Mozart nudeln Carmen R. Pinos El viajero global

Salzburgo, para comérselo

Bajo la sombra de la omnipresente Viena, Salzburgo reivindica su puesto como una de las ciudades más recoletas, elegantes y amantes de la buena vida de Austria. Nos sentamos a la mesa de esta joya barroca para recorrer lo mejor (y lo nuevo) de su oferta gastronómica, un sabroso catálogo que gira en torno a Mozart y en el que muchos de sus tradicionales clichés –el chocolate, el café, la cerveza…– se reinventan y se convierten en una fiesta para los sentidos.

1. Una velada en ‘do menor’ en St. Peter Stiftskullinarium

Cena Mozart, en St. Peter Stiftskeller | EVG

Ésta podría ser una cena más a la luz de las velas, si no fuera porque tanto el restaurante como la animación son únicos y especiales. El local, St. Peter Stiftskeller, es el más antiguo del mundo y su construcción data del año 803. Se encuentra en la Abadía de San Pedro, junto al cementerio –otra joya de la ciudad– y su sala barroca sirve de escenario para la Cena Mozart. En este evento puedes degustar platos exquisitos inspirados en recetas históricas mientras un grupo de cantantes y músicos desgranan lo mejor del repertorio operístico del compositor. Un momento único para saborear, desde 78 €.

2. Tomaselli, el histórico café de Altermarketplatz

Café Tomaselli | EVG

Cerca, en Altermarktplatz, verás el Café Tomaselli, el más antiguo de toda Austria, con sus sombrillas de rayas, sus mesitas en la terraza del primer piso y la camarera que, cada poco, sale con una bandeja ofreciendo dulces. Era también el favorito de Mozart, un lugar de reunión social (y privado) y el primer café al que acudieron las mujeres de la época, con el salón de señoras, en 1891. En la actualidad, es también un punto de encuentro para los turistas y el espacio donde saborear un café acompañado de una de sus tartas y cumplir su lema: «Un buen día comienza con un desayuno en Tomaselli».

3. La guerra de los bombones: Fürst contra Schatz

Cafe-Konditorei Fürst | EVG
Schatz Konditorei | EVG

Antes de llevarte una caja de Mozartkugeln –los bombones o bolas de Mozart, con mazapán, pistacho y turrón de avellanas recubierto de chocolate negro–, toma nota del conflicto que, durante años, mantienen sus dos grandes fabricantes: Fürst, que elabora los originales, contra Schatz, que fabrica los verdaderos. O viceversa. Cafe-Konditorei Fürst –comenzó en 1884 y, este año, celebra su 130 aniversario– defiende una calidad extrema y una elaboración diaria. Por su parte, Schatz Konditorei reivindica una producción artesanal –bañan los bombones a mano– y la invención del nombre. ¿La solución? Comprar los dos, porque ambos están igual de exquisitos.

4. Caramelos artesanos en Zuckerl Werkstatt

Zuckerl Werkstatt | EVG

Cambia los bombones por caramelos y acércate a Zuckerl Werkstatt, un modernísimo espacio, que cuenta también con tiendas en Viena y que, en Salzburgo, abrió en 2016. En este templo del azúcar se elaboran caramelos artesanos de cara al público con recetas tradicionales y antiquísimas, algunas, recuperadas del siglo XVIII. Puedes elegir el típico azúcar de seda austriaco –una mini almohada rellena de chocolate–, bastones, jaleas y la estrella: los minicaramelos, que se fabrican en tiras que se cortan y, en cuyo interior, pueden verse caritas, flores, letras… Además de ver cómo trabajan en el mostrador, puedes descubrir los secretos en una visita guiada, desde 7,90 €, con regalo incluido.

5. Brezen, un snack con pasado secreto

Puesto con Brezen en Universitätplatz | EVG

No nacieron en Austria, sino en Alemania, pero tanto Baviera como Salzburgo y todo el sur austriaco tienen en el Pretzel (o Bretzel) un icono de su gastronomía. Se trata de una especie de galleta cuyo nacimiento muchos sitúan en los monasterios alemanes, en el siglo VII. Se elabora con harina de trigo, leche y mantequilla, y su característica forma de lazo tiene múltiples explicaciones, algunas tan remotas como que simula los brazos de un niño rezando. En Salzburgo se llaman Brezen y se llevan los duros –más tradicionales, salados y horneados con semillas de calabaza– y los blandos, con masa de pizza, donuts o rellenos de chocolate, mermelada de cereza, nueces…

6. Un café (y mucho más) en Zum Eulenspiegel

Zum Eulenspiegel | EVG

La guerra de los bombones se vive también en torno al café. La pasión que siente la ciudad por esta bebida es extrema, lo que crea una fuerte competencia para comprobar quién tiene el café más selecto o el local más antiguo donde se sirve. Aprovecha para entrar en Zum Eulenspiegel, un delicioso local donde puedes saborear pescado, platos austriacos elaborados con ingredientes de su propio huerto, productos bio y, desde luego, un café. Además, este céntrico y antiguo establecimiento, con 680 años a sus espaldas, cuenta con varios espacios individuales –con decoración 100% salzburguesa–, terraza y el espíritu del mismísimo Mozart, que comía aquí a menudo.

7. Nada como saborear una auténtica ‘tarta Sacher’

Tarta Sacher en el café del mismo nombre | EVG

No hacen falta excusas para saborear una deliciosa tarta Sacher pero, si te hacen falta, ponte el Trachten, cruza el río y sumérgete en los escenarios de Sonrisas y lágrimas. Tras esta dosis de austricidad, termina la jornada en el Café Sacher, no solo para saborear su tarta –aquella que elaboró, por casualidad, un aprendiz de cocina a base de chocolate y mermelada con el fin de homenajear al invitado del príncipe Metternich– con receta secreta, sino para disfrutar de un espacio que concentra la esencia de la ciudad, clásica y vanguardista, mirándose sobre el Salzach.

8. Augustinerbräu Biergarten, el templo de la cerveza

Augustinerbräu-Kloster Mülln | EVG
Augustinerbräu-Kloster Mülln | EVG

Si cruzas de nuevo el Salzach, dejas atrás la Fortaleza y el Museum der Moderne y sigues la ribera hasta la iglesia de Mülln, encontrarás Augustinerbräu –aunque todo el mundo lo conoce como Müllner Bräu–, uno de los templos de la cerveza de Salzburgo. Inaugurado en 1621, es un enorme jardín con mesas –también hay una zona cubierta– frecuentado a partes iguales por familias ataviadas con sus Trachten y jóvenes modernos, donde la cerveza se sirve directamente del barril en jarras de piedra. El funcionamiento es sencillo: compras comida en los puestos –las tradicionales salchichas, rábano loncheado…–, coges la jarra y te sirves la cerveza o esperas a que te la traigan, con un precio extra. Si quieres, también te puedes llevar la jarra; pagando, claro.

La imagen que abre el texto es Mozart-Nudeln, pasta con la imagen de Mozart | EVG

También te puede interesar…

SUSCRÍBETE a esta NEWSLETTER y, cada semana, recibirás nuestras últimas publicaciones. Es GRATUITO y no te compromete a nada. Además, tus datos nunca se compartirán con terceros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *