Elegante, única, icónica… y de pago. Ni las constantes inundaciones ni la prohibición de entrada a la laguna por parte de los cruceros –solo a los que superen los 180 m de eslora o pesen 25.000 toneladas– han conseguido alejar a los turistas. Venecia lucha contra la constante amenaza de que la Unesco la incluya en la lista de sitios del Patrimonio Mundial en peligro y, mientras, se desespera buscando una solución que equilibre (y regule) la masificación turística, la vida local y la protección de su patrimonio.

La última iniciativa viene en forma de entrada turística y entrará en vigor el 16 de enero de 2023. A partir de esta fecha, los visitantes deberán reservar una franja horaria y comprar una entrada que costará entre 3 y 10 €, según la temporada. La tarifa se aplicará solo a los turistas de un día –los que pernoctan en la ciudad ya pagan una tasa– y no establecerá un límite de aforo, aunque el precio crecerá en función de los visitantes diarios: es decir, si no se reduce el número de turistas, al menos aumentarán las arcas municipales. En cualquier caso, aseguran que todo lo recaudado se destinará para el mantenimiento y limpieza de Venecia, una ciudad con mucho que ver.