La primavera le sienta muy bien a la capital mallorquina. Fuera de su oferta de sol y playa, su cara más íntima es una interesante invitación que combina cultura, patrimonio y tradiciones. Elegante y refinada, Palma es una exclusiva top model a la que todo le sienta bien, desde un paseo sin prisas por su casco antiguo para sentir la mezcla cultural de árabes, judíos y cristianos, hasta juzgar por ti mismo la polémica intervención de Miquel Barceló en la flamante Seu, pasando por sus jardines, patios, castillos… Si buscas más motivos, toma nota, porque este año se celebra el 130 aniversario del nacimiento de Joan Miró, el artista que convirtió esta ciudad en su musa favorita.
Tanto si no te cansas de visitarla como si es tu primera vez en la capital mallorquina, te proponemos una ruta por 10 experiencias básicas en Palma de Mallorca.
1. La Catedral, una visita excepcional


Empezamos por la joya de la corona, la Catedral de Mallorca, un escenario que, por sí solo, merecería una visita a la ciudad. Su ubicación, en el Parc de la Mar y junto al paseo Marítimo, te da idea de la conexión entre la Seu y el Mediterráneo. Madruga y, mientras llegan los autocares de turistas, inmortaliza sus agujas góticas con unos cuantos selfies. Una vez dentro, lo que más llamará tu atención son las 61 vidrieras y los juegos de luces que proyectan sobre los muros. Fíjate también en la intervención de Gaudí –el baldaquino del altar mayor, la luz eléctrica…–, un trabajo que le enemistó con la burguesía, ya que quería acercar los bancos que ocupaba la gente más pobre al altar. Y en la Capilla del Santísimo, con una particular visión de la multiplicación de los panes y los peces realizada en vidrio templado por Miquel Barceló.
2. Entre Santa Clara y los baños árabes


A la derecha de la Seu, el Convento de Santa Clara es uno de los mejores ejemplos de arte medieval de la ciudad. Este pequeño tesoro escondido y (todavía) poco masificado, es también un remanso de paz especial golosos, con la dulce oferta de las monjas de clausura, las clarisas, que elaboran pastelería típica. Muy cerca, date una vuelta por los Baños Árabes, ubicados en el jardín de Can Pit; su sala de columnas, caldarium y tepidarium, junto a las generosas proporciones y la buena conservación de este conjunto del siglo XI, les convierten en uno de los grandes legados de la arquitectura musulmana de Madina Mayurqa (Palma de Mallorca) y de toda la isla.
3. El Barrio Judío, los patios y Santa Eulalia, la hermana pequeña


En el Carrer de l’Almudaina entrarás en un mundo tranquilo donde leer el pasado de la ciudad. Aquí comienza un entramado de callejuelas y patios donde se vendían las mercancías de los corsarios, con patente de corso. Asómate a Ca’n Oms –barroco– y Ca’n Bordils, gótico, con el centro Maimó Ben Faraig, que difunde la cultura judía y está cerrado temporalmente. En estas casonas descubrirás la diferencia entre son –una gran propiedad con jardín–, exclusiva de Mallorca, y can –casa señorial, normalmente con patio interior–, típica de Baleares y Cataluña. Deja atrás el Carrer d’En Morei y alcanza el barrio judío –aquí vivían los xuetes, judíos conversos–, en la plaza de Sant Francesc, con la iglesia gótica del mismo nombre. A tu izquierda, la parroquia de Santa Eulalia es una construcción gótica –anterior catedral de Palma– en la que fue coronado el mismísimo Jaime II como rey de Mallorca.
4. Plaza de Cort y las joyas modernistas


Comienza por uno de los centros históricos de Palma: la Plaça de Cort. Admira el edificio del Ayuntamiento y busca el caracol y el dragón con que firmaron sus arquitectos, Caragol y Dragó. Descansa en el banco de la paciencia antes de ver el Consell y sus entrañables gigantes y cabezudos. Si enfilas el Carrer de Colom te toparás con una belleza modernista, Can Forteza Rey. Desde aquí, enlaza con las plazas del Mercat y Weyler, graba en tu retina dos edificios de lujo: Casasayas y el Gran Hotel de Palma –actual sede de CaixaForum– , de Domènech i Montaner, el arquitecto que inició la fiebre modernista. De vuelta a la Plaça de Cort, en la esquina con el Carrer de Sant Domingo, la fachada de Can Corbella y su entramado neomudéjar se merecen unos cuantos selfies.
5. El Born, la milla de oro de la ciudad


Si aún no lo has visto, date una vuelta por el paseo del Born la animada arteria peatonal que une la plaza de Juan Carlos I –o plaza de las Tortugas, para los amigos– con la de la Reina. El borne alude a la prenda que, en los torneos medievales, la dama colocaba en la punta de la lanza al caballero, pero hoy es un amplio espacio comercial repleto de tiendas y cafeterías, un lugar donde comprar, pasear, ver y ser visto. Las fotos con sus leones de piedra son un clásico y la visita a su fantástico Casal Solleric –el caballero al que Carlos III dio el título de marqués como agradecimiento por su ayuda en la conquista de Menorca– es un lujo, tanto por su magnífico patio interior –uno de los mejor conservados de la ciudad–, como por las exposiciones que programa el Ayuntamiento.
6. La Lonja y su mar de palmeras


Camina hasta la Lonja y dedícale tiempo a esta joya del gótico civil que, en el siglo XV, encumbraba a Palma como
el gran puerto comercial del Mediterráneo. Tras el pasear bajo sus bóvedas –las columnas y los nervios de las bóvedas crean un jardín de palmeras–, entenderás la importancia de este espacio, firmado por Guillem Sagrera, como punto neurálgico en la reunión de mercaderes, bolsa mercantil, contrataciones comerciales y operaciones bancarias. Por si te queda alguna duda de todo el dinero que por aquí se movía, no te pierdas el papel vigilante de las gárgolas y el anuncio del Ángel Custodio sobre la puerta de entrada, una escultura atribuida al propio Sagrera con una banda donde puede leerse Defenedor de la Mercancía.
7. Es Baluard, una sorpresa amurallada con vistas


Es Baluard, el flamante Museo de Arte Moderno y Contemporáneo –que en 2024 celebrará su 20 aniversario–, es tu siguiente parada. Se trata de un espacio vivo, un extraordinario contenedor cultural vanguardista y permeable en el que los visitantes pasan el día, disfrutan de sus jardines o acuden a ver alguna de sus más de 700 obras de arte, entre las que se encuentran obras de Picasso, Magritte, Marina Abramovic, Català-Roca, Dalí, Braque, Gauguin y Barceló, entre otros. Su ubicación, sobre las antiguas murallas renacentistas, resume un carácter ecléctico que ya es marca de la casa y lo convierte en un escenario ideal, repleto de actividades y con unas vistas únicas sobre el puerto y el skyline de la ciudad.
8. Castell de Bellver, el círculo perfecto


Si buscas otro imprescindible para tachar en tu lista viajera, lo tenemos: el Castell de Bellver. Esta rareza gótica, de planta circular y rodeada de un bosque, fue mandada construir por Jaime II a principios del siglo XIV como residencia real, sobre un monte desde el que se ve la ciudad, el puerto, la sierra de Tramuntana… Además de su fachada, te encantará su interior, que alberga el Museo de Historia de la Ciudad, un espacio expositivo que recorre la evolución urbana de Palma, desde la Edad de Bronce hasta nuestros días, pasando por romanos, árabes y cristianos. La zona es también el gran pulmón verde de la ciudad, un parque muy transitado por senderistas que atraviesan este mar de pinos en busca de lo que el nombre promete: en catalán, bellver significa bonita vista.
9. Marivent, cuando la naturaleza se alía con el arte


Pasado el puerto deportivo y sus hileras de veleros, yates y cruceros –Palma recibe 2 millones de cruceristas al año–, en Cala Major te toparás con Marivent, un jardín singular e histórico construido en 1925, según reza a la entrada. Aprovecha que este mes está abierto –cierra durante el verano y otras estancias de la familia real– y pasea entre esta mezcla única formada por más de 40 especies mediterráneas y 12 esculturas de bronce de Joan Miró. La visita es relajante y la oportunidad de ver estas obras al aire libre, fusionadas con un entorno vegetal, única, pero el jardín está alejado del centro y, a no ser que lo combines con el Castell de Bellver y la Fundació Joan Miró, o que seas un auténtico fanático del artista, quizá puedas cambiarlo por otra opción.
10. Fundació Pilar i Joan Miró, un universo dedicado al genio catalán


Si te has quedado con ganas de ver más de este genio barcelonés, te encantará la siguiente visita, la Fundació Pilar i Joan Miró, que explora a fondo la Miró Mallorca Fundació. Aquí puedes hacer una inmersión total en la obra del artista a través de sus diferentes espacios: Taller Sert –el estudio, reabierto hace 5 años, que cumple la voluntad de Miró: quiero que todo quede detrás de mí como esté en el momento en que yo desaparezca–, Son Boter –el refugio mallorquín que convirtió en su segundo taller– y el edificio central, firmado por Rafael Moneo y con una extensa muestra del artista catalán. Este año, cuando se celebra el 130 aniversario de su nacimiento, es un momento ideal para revisitar el legado de este genio, que convirtió a Palma de Mallorca en escenario e inspiración de su obra.