Nos vamos al sol que más calienta en el verano austral
¿Ganas de sol? Ponemos rumbo al verano austral y recalamos en Uruguay para explorar algunas de sus playas más emblemáticas y otras que no tanto. Un consejo: tómate unos días y haz la travesía en coche, recorriendo la costa por la Ruta 10. Es un camino reposado y llano, con buenas carreteras, unos paisajes alucinantes y una experiencia única que debes vivir al menos una vez en la vida.
1. Playa Ramírez, el balneario urbano en pleno Montevideo

Es la típica playa de ciudad y fue la favorita de los capitalinos en los comienzos del siglo XX. En pleno centro de Montevideo, frente al parque Rodó y el Casino Parque Hotel, playa Ramírez es un escenario perfecto si buscas disfrutar un día en familia, una tarde entre amigos o un descanso después del trabajo. Su ubicación –en la desembocadura del río de la Plata y muy cercana al puerto– la convierte en una de las playas más monitoreadas, lo que garantiza la pureza de sus aguas.
2. Piriápolis, un paraíso familiar

Fundada por Francisco Piria en 1890 para convertirlo en un balneario al estilo europeo, la belleza de este entorno lo condenaba a ser uno de los paisajes estrella del país. Tranquilo y muy familiar, en Piriápolis se vive por y para el turismo –especialmente, el argentino, que gana por goleada y cuenta hasta con una vía en exclusiva, la Rambla de los Argentinos– y enclaves como Playa Hermosa, Solís o Playa Verde destacan en sus 25 km de costa.
3. La exclusividad de Punta del Este

Exclusiva, masificada –en temporada alta la población se multiplica por más de 30–, con hoteles de 5*, sucursales de las firmas de moda más astronómicas que puedas imaginar y una intensísima vida nocturna que provoca una alta contaminación lumínica. Las playas de Punta del Este no son nuestras favoritas –ni siquiera cuando consigues hacerte un selfie sobre alguno de los dedos de la Mano de Punta del Este, la escultura del chileno Mario Irarrázabal–, pero es un spot que debes visitar.
4. Cabo Polonio, la más auténtica

Lo más famoso de Cabo Polonio no es lo que tiene –una reserva de lobos marinos frente a sus costas, dunas móviles, aguas frías…–, sino lo que no tiene: ni electricidad, ni agua corriente y wifi desde hace poco y en escasos lugares. Su faro encandiló a Jorge Drexler y, su entorno, a Manu Chao. Enclavado en pleno Parque Natural absolutamente protegido, tanto en Playa Calavera como en Playa Sur confluyen hippies, mochileros y amantes de la naturaleza, que cogen agua del pozo y se alumbran con velas.
5. Punta del Diablo, a ritmo lento

A medio camino entre villa de pescadores y enclave de artesanos, esta zona vive a ritmo lento, aunque, en verano, su público es gente guapa y joven venida de Argentina y la cercana Brasil, incluso de Europa. La playa de Los Pescadores, la del Rivero o la de La Viuda –especial surfistas– se cuentan entre los principales enclaves de Punta del Diablo, un paisaje que debe su nombre al gran número de naufragios en sus costas y a la pesca del tiburón, del que se extraía aceite.
