Noviembre es el mes elegido por los cangrejos rojos de Christian Island, en Australia, para practicar su deporte favorito: la migración sincronizada. Coincidiendo con la luna llena, alrededor de 50 millones de ejemplares abandonan los bosques tropicales rumbo al mar, donde se aparearán, depositarán sus huevos y regresarán. Un par de semanas después, las crías vuelven también tierra adentro y completan este ciclo único, un río color carmesí que, durante una semana, tiñe de rojo caminos y carreteras y atrae a numerosos turistas.

La travesía hasta el mar dura una semana y son los machos los primeros en llegar a la playa; una vez aquí, excavan una madriguera y la defienden de otros machos, a la espera de que lleguen las hembras. Cuando ellas llegan y se produce el apareamiento, los machos regresan al bosque, mientras que ellas permanecen en la madriguera otras dos semanas, en las que ponen e incuban sus huevos. Al final de la incubación, liberan los huevos en el mar y regresan al bosque.

La migración de cangrejos es un espectáculo rojo, único e impresionante, pero también crea problemas de tráfico, ya que su camino al mar incluye atravesar varias carreteras. Para protegerles y evitar accidentes –el exoesqueleto de estos animales es tan resistente que llega a pinchar neumáticos–, los guardas del parque desvían carreteras, canalizan caminos por medio de barreras de aluminio y crean rutas subterráneas con las que preservar la migración.

(La imagen que abre el texto es la Llegada de los cangrejos rojos a la playa | Raphael Bick. Unsplash)
¡¡¡Muy interesante!!!