No te dejes impresionar por la magia porque este enclave navarro, situado a unas 4 horas de Madrid, tiene mucha vida interior. Además de un palacio con traje de castillo medieval, presume de iglesias con muros que hablan, gastronomía tradicional vestida de vanguardia, cervezas artesanas en tierra de excepcionales vinos y un mar de viñedos que se tiñe de naranja con cada puesta de sol. Venir a Olite solo un día no es la mejor de las ideas pero, si quieres recorrerla en 24 horas, te damos 10 claves para que no te pierdas nada.
1. Ver amanecer junto a la iglesia de San Pedro


En la plaza del Fosal, junto a la calle Rincón de los Racioneros, la iglesia de San Pedro es la construcción más antigua –la parte románica, la portada, la parte baja de la torre y el claustro, comienza a levantarse en el siglo XII– e importante de todo Olite. Los 54 m de su Torre de la Aguja la convierten también en la más alta. Y no, no es de oro, pero a primera hora, el reflejo del sol sobre su fachada posterior, en el Paseo de Doña Leonor, le da un aspecto mágico.
2. Admirar el Palacio Real por fuera…

Seguramente, uno de los principales motivos por los que has venido a Olite es para ver este castillo, que no es un castillo, sino un Palacio Real. Así que, no pierdas tiempo y admíralo en todo su esplendor: las primeras horas de la mañana, con menos afluencia de turistas, son el mejor momento para recorrer su perímetro, descubrir sus diferentes torres, sus jardines, su pozo de hielo –es el gigantesco huevo que reposa en la parte posterior– y, desde luego, su silueta, que parece recién salida de un cuento medieval de princesas y dragones.
3. …y por dentro


Si te ha gustado por fuera, dedícale tiempo a descubrir este conjunto monumental por dentro. Mandado construir a comienzos del siglo XV por Carlos III de Navarra y su esposa, Leonor de Trastámara, el espacio incluye el Palacio Viejo –actual Parador Nacional–, las ruinas de la capilla de San Jorge y el Palacio Nuevo o Palacio Real. Puedes recorrerlo por tu cuenta –45 minutos; 4,40 €–, con visita guiada –7,50 €– o teatralizada –10,50 €– pero, en cualquier caso, abre bien los ojos para no perderte nada de este extravagante espacio que, con sus patios internos, jardines colgantes y animales exóticos –hubo hasta leones y camellos–, llegó a ser uno de los más lujosos de la época.
4. Disfrutar la hora del aperitivo


El ritual es tan sagrado como en cualquier otro sitio de España, solo que aquí, en Olite, puedes alternar un vino de la D.O. Navarra con una de las cervezas artesanas –prueba Castillolite– que elaboran empresas como Pamplona Brewing. El meollo se extiende casi por cualquier rincón de la localidad, pero es en la plaza Carlos III el Noble, repleta de bares, donde puedes realizar la liturgia del aperitivo y acompañarlo con una tapa de migas o txistorra.
5. Visitar el Parador…

En la plaza de los Teobaldos, el Parador de Turismo Príncipe de Viana ocupa el espacio de lo que fue el antiguo Palacio Viejo, junto a la iglesia de Santa María la Real. Fiel a su historia y su estética, nada más cruzar el umbral el espacio te traslada a un fantasía medieval, un decorado de gruesos muros de piedra en el que sus galerías, vidrieras, pendones y lámparas te transportarán a la mismísima Edad Media. Una joya del gótico civil de la región que está declarada Monumento Nacional.
6. …y comer en su restaurante


Estamos en plena huerta navarra, así que estos productos, junto a los platos típicos de la zona –ajoarriero, migas de pastor, cordero al chilindrón, etc.– son los que llenan la mayoría de barras y meses de Olite. En el restaurante del Parador encontrarás todas estas delicias de cocina tradicional aliñadas con un toque de vanguardia. Junto a la tortilla de bacalao con alioli de pimiento del piquillo y los garbanzos estofados con callos de bacalao, otros platos como trufa de perdiz con vichyssoise de pera y verduras salteadas con huevo campero y porrusalda de espárragos.
7. Analizar la iglesia Santa María la Real

Sí: analizar; porque la iglesia de Santa María la Real, la obra más importante del gótico navarro y la favorita de los reyes –la reservaban para los actos más solemnes–, se merece un estudio pormenorizado de cada uno de sus detalles. Si no tienes tiempo de admirar el espléndido retablo renacentista del interior, revisa el exterior, que antaño estuvo policromado: su polémica rehabilitación, el inmenso rosetón y la magnífica portada, con un equilibrado diseño que combina decoración vegetal, escenas bíblicas y personajes simbólicos y grotescos.
8. Visitar una bodega con mucho que contar


Vendimia nocturna, catas verticales, estrujado… el apasionante mundo del vino tiene un espacio reservado en Pagos de Araiz, una bodega estilo château situada a las afueras de Olite que organiza visitas y catas. Perteneciente a Masaveu Bodegas, dispone de 240 hectáreas de viñedo propio con siete variedades de uva, con las que elabora 8 referencias de vino de la D.O. Navarra. En Pagos de Araiz puedes conocer el proceso de elaboración de sus caldos, verlos reposar y madurar en la sala de barricas y en la bodega –su magnífica galería de Apóstoles y Santos es una de las sorpresas artísticas del espacio– y, por supuesto, probarlos y entenderlos. Además, puedes combinar tu visita con una ruta en bici eléctrica por los viñedos y vivir una experiencia única en torno al vino y la cultura en una bodega comprometida con el medio ambiente que acaba de conseguir el sello Wineries for Climate Protection, que la acredita como bodega sostenible.
9. Ver la puesta de sol sobre los viñedos
10. Dormir en un hotel con extras


Después de una intensa jornada llena de visitas, se impone un descanso reparador en un establecimiento tranquilo y céntrico. La oferta es amplia, pero nuestro favorito es el Hotel Alda Castillo de Olite, un 3* con encanto muy bien equipado que ocupa una mansión rehabilitada del siglo XVIII, con escudo incluido. Está situado en pleno casco antiguo, lo que te permite ir caminando a todos los puntos de interés después de disfrutar de uno de sus desayunos: caseros, contundentes y muy variados.