Dublín, la capital del buen rollo (II)

Reposada y sin estridencias, la capital irlandesa es un destino que nos gusta de todo corazón. Venir aquí es volver a casa –incluso aunque sea la primera vez que la visitas–, saborearla, escucharla y disfrutarla con los cinco sentidos. Entre San Patricio y el aluvión de turistas veraniegos, Dublín dibuja un paréntesis de tranquilidad al que no nos podemos resistir: es su esencia más genuina, la que incluye paseos junto al cauce del Liffey y tardes en St Stephen’s Green, pero también la que descubre espacios bohemios, vanguardias y barrios de moda.

En pleno centro histórico, retomamos nuestra ruta por las experiencias imprescindibles en la capital irlandesa y la completamos con otras 8 visitas básicas en Dublín.

1. Eres más dublinés que Ha’Penny Bridge

Ha’Penny Bridge al amanecer | EVG
Ha’Penny Bridge por la tarde | EVG

Que sepamos, el dicho no existe, pero podría, porque Ha’Penny Bridge –acrónimo de Half Penny Bridge (Puente de Medio Penique)– es uno de los grandes iconos de la capital irlandesa. Se construyó en 1816, como alternativa al sistema de barcas que cruzaba el Liffey de una a otra orilla y por el que William Walsh, su propietario, cobraba medio penique a cada pasajero. Para compensarle, Walsh fue indemnizado y se le autorizó a cobrar, durante 100 años, la misma cantidad a todo el que lo cruzara. Así se creó el primer puente peatonal de la ciudad y su nombre, toda una leyenda de madera y hierro pintado de blanco que atraviesan 30.000 personas al día y que, hasta 2012, estaba repleto de candados de amor. Para capturar su magia, busca las primeras horas de la mañana, menos masificado, o las últimas de la tarde, cuando las luces se reflejan sobre sus aguas.

2. Temple Bar, de juerga en todos los idiomas

The Auld Dubliner | EVG
The Temple Bar | EVG

Si cruzas Ha’Penny Bridge desembocarás en The Temple Bar, el barrio más nocturno y canalla de la ciudad y el recomendado en todas las guías. Como ya te habrás imaginado, ser el más famoso le convierte también en el menos auténtico y el más caro: es difícil que te encuentres muchos dublineses por estas calles, pero sí te recomendamos que te pierdas entre sus callejuelas empedradas y su ambiente bohemio, aunque solo sea para curiosear en el Food Market y el Book Market –mercado de comida y de libros, ambos diurnos– o para fotografiarte ante la mítica fachada de The Temple Bar, que da vida al barrio. El tándem música en directo + cerveza lo encontrarás en otros pubs menos turísticos –prueba en The Auld Dubliner– y en casi toda la ciudad, especialmente en St Stephen Green y los aledaños de Trinity College.

3. Un paseo musical por el Irish Rock’n’Roll Museum Experience

Irish Rock’n’Roll Museum Experience | EVG
Wall of Fame en el Irish Rock’n’Roll Museum Experience | EVG

Si quieres conocer uno de los activos turísticos más potentes de Irlanda, déjate de gaitas y música celta y entra en el Irish Rock’n’Roll Museum Experience, un museo dedicado a la música pop rock nacida en estas tierras. Cantantes como Sinead O’Connor, Van Morrison y Enya, y grupos como The Boomtown Rats, The Corrs, The Chieftans y The Cranberries, o los míticos U2, son algunos de los pesos pesados salidos de esta extraordinaria cantera musical. Y este museo, enclavado en pleno Temple Bar, el mejor espacio para escucharlo y entenderlo, con un recorrido de 1:30 h (entrada: 20 €) que incluye salas de ensayo y de producción, estudios de grabación, amorabilia y recuerdos de los personajes, un pequeño cine y un espacio donde cantar en vivo o tocar algún instrumento y grabar (y llevarte) tu propio tema.

4. De Grattan Bridge al Ayuntamiento pasando por The Oak

Grattan Bridge | EVG
The Oak, entre Parliament Street y Dame Street | EVG

Siguiendo el curso del Liffey río arriba y, tras dejar atrás Ha’Penny Bridge y Millennium Bridge, el siguiente puente que encontrarás es Grattan Bridge, una elegante obra de ingeniería finalizada en el siglo XIX, con soportes y farolas de hierro fundido. Desde aquí se accede a Parliament Street y Dame Street, una curiosa mezcla de bancos, antiguos edificios art nouveau y locales de ambiente. Destacan The Oak –uno de los restaurantes legendarios de Dublín– y 3Olympia Theatre, en el que han actuado desde David Bowie hasta REM y que actualmente programa espectáculos de burlesque, conciertos, streaptease… Y, por supuesto, la impresionante fachada del City Hall, la antigua sede de la Cámara de Comercio que ahora es el Ayuntamiento de Dublín. Lo espectacular de este edificio es justamente esto: su fachada georgiana. Se puede visitar –es gratuito–, pero solo te recomendamos recorrer su exposición multimedia y la rotonda central –cubierta por una gigantesca cúpula– si pasas varios días en la ciudad.

5. Dublin Castle, el castillo que parece un palacio

Dublin Castle | EVG
Dublin Castillo El viajero global El viajero global
Dublin Castle, en Dame Street | EVG

No, tu GPS no se ha vuelto loco: este es el Castillo de Dublín, aunque parece un antiguo palacio y, en la actualidad, es un complejo gubernamental y administrativo. La Gunner’s Tower, circular –lo que le da más apariencia de castillo–, queda encerrada entre los jardines y fuera de la calle principal, con lo que no se ve desde el acceso, pero esta construcción de origen vikingo fue la sede del gobierno inglés cuando Irlanda pertenecía a la Corona británica. Tras un incendio en el siglo XVII y su posterior remodelación, su estructura sigue intacta y conserva su estética georgiana. Dentro, te sorprenderá su cuidadísimo jardín –el Rooftop Garden es perfecto para hacer un alto en el camino– y la biblioteca Chester Beatty –gratuita–, un extraordinario espacio con exposiciones permanentes sobre el proceso de elaboración de los libros a lo largo de la Historia. ¿Una curiosidad? Antes de desembocar en el Liffey, el río Poddle formaba aquí una dubh linn (laguna negra), de la que la ciudad tomó su nombre.

6. Christ Church Cathedral, toda una catedral de récords

Christ Church Cathedral | EVG
Icono de la Santísima Trinidad | EVG

La sede del obispado anglicano, la Catedral de la Santísima Trinidad de Dublín, es también la iglesia más antigua de la ciudad –se fundó en el siglo XI, cuando un rey vikingo mandó construir un pequeño templo de madera– y, su cripta, la más grande del país. Destacan sus 19 campanas –de las que, al menos una, data de 1038–, las vidrieras con motivos geométricos, las capillas interiores, las baldosas medievales… todo envuelto en una equilibrada mezcla de elementos góticos de estilo victoriano. La joya de la corona de este templo protestante –que la Santa Sede continua reclamando como activo de la iglesia católica– es la cripta, del siglo XI: un gigantesco bosque de columnas que se extiende bajo la nave y el coro superior y en el que se pueden ver desde estatuas hasta los cepos con los que se retenía a los prisioneros y muchos tesoros históricos. Tanto la cripta como la catedral se pueden alquilar para eventos, siempre que no sean privados.

7. Dublinia, de los vikingos a la Edad Media

Puente entre Dublinia y Christ Church Cathedral | EVG
Runas vikingas, en Dublinia | EVG

Conectado con Christ Church Cathedral por un pequeño puente, Synod Hall es el edificio neogótico –construido en 1875 sobre la iglesia medieval de St Michel– que alberga Dublinia, una forma didáctica e interactiva de contar la Historia de Dublín. La exposición se articula en tres partes, que muestran la vida de los vikingos hasta la batalla de Dublín, en 1169; la etapa medieval, que terminó con la reforma impuesta por Enrique VIII; y una tercera parte, Cazadores de Historia, que ahonda en los descubrimientos arqueológicos bajo las calles y edificios de Dublín. La muestra es altamente recomendable si vas con niños y adolescentes, pero está pensada para todas las edades; sus escenas con figuras a tamaño real, experiencias interactivas y fieles reproducciones, te permiten probarte un casco vikingo, escribir tu nombre en runas vikingas o participar en una auténtica fiesta medieval.

8. St Patrick’s Cathedral, en casa del patrón de Irlanda

St Patrick’s Cathedral | EVG
St Patrick’s Cathedral | EVG

Con una aguja gemela a la de Christ Church Cathedral, St Patrick’s Cathedral es el gran referente religioso de Dublín y una de sus visitas obligadas, ya que aquí se venera a San Patricio, patrón del país. Desde su construcción, en el siglo XIII hasta su restauración definitiva, en 1860 –con dinero aportado por Benjamin Guinness, el cervecero: todo queda en familia–, el espacio sufrió incendios y abandonos, pero no perdió ni un gramo de su gótica belleza. Te gustará el coro –que sigue activo– y la pila bautismal, intacta desde la Edad Media, además de algunos de los monumentos sepulcrales de ilustres personalidades irlandesas enterradas aquí, como Jonathan Swift, el padre de Los viajes de Gulliver. En la actualidad y a pesar del trasiego de autocares de turistas, estar alejada del centro histórico y rodeada de un gran parque con fuentes y jardines, le aporta un plus de tranquilidad a esta joya dublinesa.

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