Adictivo y emocionante. Estos son los adjetivos que, invariablemente, eligen los buceadores que han paseado entre los fondos marinos del área protegida de Inhambane Provence. El enclave-paraíso, situado en Mozambique, no solo es uno de los destinos menos explotados del continente africano, sino que sus propuestas están también entre las más insólitas del planeta. En el archipiélago de Bazaruto puedes avistar dugongos, un mamífero al que muchos relacionan con el hipopótamo pero que en realidad es un sirénido, primo de los manatíes.


Y en las playas de Tofo, incluso practicar esnórquel al lado de estos colosales animales, que pueden alcanzar hasta 3 m de longitud y 200 k de peso y que, afortunadamente, son lentos e inofensivos para el ser humano. Este mamífero herbívoro –el único estrictamente marino–, es el niño mimado de African Parks y con razón: el dugongo es el único representante vivo de la familia dugongidae, después de que su pariente más cercano, la vaca marina de Steller, fuera cazada hasta su exterminio en el siglo XVIII.

