Espléndida, adictiva y con el tamaño justo para poder pasearla sin problemas. Es Gante, la capital de la zona oriental de Flandes. Con menos protocolos que Bruselas y menos cuentos que Brujas, sus dos inmediatas competidoras, Gante reivindica su espacio con argumentos tan incuestionables como que aquí nació Carlos I de España y V de Alemania. O que es una de las joyas medievales mejor conservadas de Europa. Una personal gastronomía, los tranvías y canales y la apuesta por el buen rollo completan este completo catálogo de atractivos viajeros.
1. Explorar el Castillo de los Condes de Flandes


Frente a la Oficina de Turismo, las 24 torres de Gravensteen ya anticipan la extraordinaria belleza que vas a encontrar en la ciudad. Es el Castillo de los Condes de Flandes, una construcción medieval del siglo XII perfectamente conservada y, en cuyo museo, te explicarán cómo era la vida en la época y que, a pesar de su apariencia de cuento de hadas, fue residencia real pero también tribunal, prisión y centro de tortura. Los canales que la rodean completan una imagen idílica y permanentemente fotografiada.
2. Navegar en tranvía acuático por los canales y el río Leie (o Lys)


Por si la historia, patrimonio y cultura no fueran suficientes argumentos para acercarte, además, la ciudad está bendecida por pintorescos rincones de agua. El río Leie (Lys, en francés) se une al Escalda antes de entrar en el centro con una serie de canales y puentes que multiplican la fotogenia. Explorar Gante en barco o tranvía acuático es una experiencia muy recomendable, sobre todo, para no perderte edificios como Vleeshuis, la Lonja de la Carne, cerrado ahora pero con una imponente fachada.
3. Saborear los típicos ‘cuberdons’, un especial golosos


Empezaron elaborando vondelmolen, el pan de jengibre y miel más famoso de Bélgica, pero terminaron especializados en el arte de los cuberdons, el recuerdo más dulce de Gante. Se trata de una especie de gominola a base de azúcar y frambuesa y de forma cónica, que simula una nariz y que estalla al morderlo. No se exportan, pero los encontrarás en toda la ciudad, especialmente, en la Confiserie Temmerman, en los aledaños de Sint Veerleplein y en los puestos ambulantes de Groentemarkt.
4. Vibrar con el bullicio de la plaza Vrijdagmarkt


Para tomar el pulso a la ciudad, te recomendamos Vridagmarkt, una plaza de generosas dimensiones que albergó recepciones reales y ejecuciones populares. Hoy, turistas y locales comparten este espacio entre pintorescos restaurantes, mercadillos, conciertos y edificios como la Casa del Pueblo socialista, con la inscripción Bond Moyson. En el centro, la estatua de Jacobo de Artevelde, un homenaje al comerciante que dirigió la revuelta contra Francia, que les prohibía comerciar con los ingleses.
5. Investigar la poesía que desprende Toreken


En una esquina de Vridagmarkt encontrarás la fina torre de Toreken, la casa gremial de los curtidores, que data del siglo XV. En la actualidad, acoge el Centro de Poesía, un espacio enfocado en poemas en neerlandés y africano –por el pasado colonial de Flandes–, el más importante del país. Cerca, la Iglesia de Santiago y sus dos torres románicas es la muda observadora de las Gentse Feesten, los 10 días de julio en los que Gante celebra su gran fiesta para recibir el verano y tira la casa por la ventana.
6. Sentir la grandiosidad del Ayuntamiento


¿Sabías que a Gante también se le conoce como la Ciudad de las Tres Torres? Una de ellas es Belfort, su campanario, una construcción del siglo XIV cuyos 91 metros (y más de 100 escalones) son Patrimonio de la Humanidad. A sus pies encontrarás la Lonja de Paños –un edificio típico flamenco– y, a escasos metros, el Ayuntamiento, cuya fachada dividida entre lo renacentista y el gótico flamígero protagoniza cientos de fotos al día. Mientras, su dragón, símbolo de la ciudad, vigila desde lo alto.
7. Atravesar la historia de la Catedral de San Bavón


La joya de la corona de Gante es la Catedral de San Bavón, tanto porque aquí fue bautizado nada más y nada menos que Carlos de Habsburgo –el futuro Carlos I de España y V de Alemania, en la que fue su ciudad natal– como porque en su interior alberga la Adoración del Cordero Místico, un delicado retablo firmado por los hermanos Van Eyck, además de otras obras de gran valor, como Salomón recibe a la Reina de Saba. Y todo, envuelto en un lujoso papel de regalo arquitectónico, del gótico bravantino.
8. Volver los ojos a la Edad Media en sus casas gremiales


Como ya te habrás dado cuenta, Gante fue un importante centro comercial en el siglo XVI, con una bonanza económica que impulsó la construcción de viviendas y se apoyó en los diferentes gremios. En los aledaños de Korenmarkt –una preciosa plaza que, ¡ojo! no es peatonal– verás muchos edificios dedicados a oficios, como Gildehuis der Vrije Schippers (la Casa del Gremio de los Patrones Libres) o Masons’Guild Hall, la dedicada al gremio de albañiles, con sus famosas seis figuras danzantes.
9. Atravesar la iglesia y el puente de San Miguel


Si ya la echabas de menos, aquí la tienes: la iglesia de San Nicolás, una joya del siglo XIII con unas preciosas vidrieras y un impresionante órgano. La encontrarás pasado el puente de San Miguel, una romántica construcción de piedra que cruza el río Leie. Aunque la disfrutes de día, te recomendamos que regreses al atardecer, su momento de magia, y, desde luego, que visites la iglesia de San Miguel, al otro lado, el templo cuya torre podía haber medido 134 metros y se quedó en 46 metros.
10. Sentarte en la postal más icónica de la ciudad, en los muelles de Graslei y Korenlei


Y por fin, llegamos a uno de los espacios más fotografiados y placenteros de Gante: los muelles de Graslei y Korenlei, las dos orillas del río Leie que, en este punto, rebosan vitalidad a cualquier hora del día. El plan es sentarte y ver la vida y los barcos pasar, comer un gofre por la mañana o disfrutar de una auténtica cerveza belga en una de las terrazas nocturnas. Mientras, mucha gente espera el momento del día en que el sol cae y las fachadas medievales se reflejan en el Leie y la magia se multiplica.
La imagen que abre el texto es Muelles de Graslei y Korenlei | EVG

