Es la ciudad de las flores, de la luz, del amor… y, el 20 de junio, de las 15 horas de luz solar. La capital del Turia añade otro ingrediente a su catálogo de atractivos, una jornada en la que celebrar el día más largo del año a pie de calle. Recibimos el solsticio de verano con una ruta por los 15 spots más icónicos –y otros, no tanto– de esta urbe enérgica y vital: uno por cada hora extra de luz. Nos dejamos muchos enclaves en la recámara, pero también muchas ocasiones para revisitar Valencia, la ciudad que enamora a la cámara y una de las más luminosas del Mediterráneo.
1. Ciudad de las Artes y de las Ciencias

Al final de los Jardines del Turia –los 9 km de jardín urbano que ocupan el antiguo cauce de este río–, la Ciudad de las Artes y las Ciencias es una invitación a pasear por la cultura a través del sus principales espacios: el Museo de las Ciencias y L’Oceanogràfic. Aunque alejados del centro urbano, a cualquier hora del día encontrarás gente paseando por este espacio de descubrimiento –cuenta también con l’Hemisfèric, l’Ágora y el Palau de les Arts–, recorriendo l’Umbracle y buscando nuevas perspectivas y ángulos de este espectacular (y polémico) complejo firmado por Calatrava.
2. Ruzafa

Al otro lado de los Jardines del Turia, Ruzafa es el soho valenciano y la tarjeta de visita más internacional de la ciudad. Junto a los muros multicolor del Mercat de Russafa se aglutinan tiendas y pastelerías de autor, como Crème Brûlée, y sus trufas con horchata o agua de Valencia. Todos quieren vivir en este barrio bohemio que ofrece casi de todo: desde ropa americana al peso hasta gastrolibrerías y lámparas setenteras y, cuyo nombre –proviene del árabe jardín: Russafa era residencia de verano de los reyes musulmanes–, le viene como anillo al dedo a su espíritu de fusión.
3. Mercado de Colón

Una de las joyas modernistas del Ensanche es el Mercado de Colón, proyectado por Francisco Mora en 1916. Tras su rehabilitación, en el año 2000, el cambió su orientación para ofrecer un espacio gourmet, con restaurantes, kiosko de flores, ferias y tiendas delicatessen. Dentro de este festival de los sentidos, te recomendamos saborear una cerveza artesanal de chufa en Las Cervezas del Mercado –el único local fuera de Bélgica donde tomar una belga de barril–, pasar por Ma Khin Café –un afterwork de moda con tintes asiáticos– o degustar las verduras de Habitual, de Ricard Camarena.
4. Plaza de la Reina

Uno de los centros neurálgicos de la ciudad es la Plaza de la Reina y la Catedral del Santo Cáliz, con sus 11 campanas más la de Vicente –que da los cuartos– y la de Miguel, que da nombre a la torre. A pie de calle, tienes valencianismo en estado puro, con la terraza de la mítica horchatería Santa Catalina y su horchata con fartons, los autocares de turistas y el olor a azahar. Si quieres verla desde otra perspectiva, sube los 207 escalones del Micalet o el Miguelete –la torre campanario de la catedral–, y disfruta de una panorámica 360º de la ciudad desde más de 50 m de altura.
5. Plaza Redonda

A lo largo de los años, ha sido la Plaza El Clot, la Circular, la de la Regencia… Pero lo que nunca ha perdido la Plaza Redonda son sus típicos puestos de encajes, espardeñas o peinetas de fallera. Original y perfectamente redonda –algo difícil de conseguir, ya que no se trazó de una vez– este recinto está en el mismísimo centro geográfico de Valencia, con un diámetro de 37 m que funciona como un patio cerrado y alberga una balconada de tres pisos. El pequeño comercio comparte ahora espacio con tiendas de souvenirs y, las cámaras de fotos, con los selfies de un escenario lleno de claroscuros.
6. La Lonja de la Seda

La Lonja de Mercaderes (o de la Seda) es la gran joya del gótico valenciano. Declarada Patrimonio Mundial, aquí se regulaba el comercio marítimo, un espacio recoleto en el que admirar la Sala de Contratación –con sus columnas que imitan palmeras– y el patio, repleto de naranjos. Al salir, fíjate en sus escalones: aquí situó Sorolla El grito del palleter, pintado antes de su beca en Roma. Cerca, te toparás con el templo del comercio: el Mercado Central, el mayor de Europa, 8.000 m2 en un edificio modernista de estructura metálica y luz natural donde comprar, entre otras cosas, anguilas vivas.
7. Bioparc

En el Parque de la Cabecera, justo donde comienza la arteria verde de los Jardines del Turia, encontrarás Bioparc. Se trata de un gran centro zoológico que recrea diferentes ecosistemas naturales –la sabana seca, los bosques ecuatoriales, la exótica isla de Madagascar…– incluso una cueva, la de Kitum, entre Kenia y Uganda, que imita los humedales africanos con una visión subacuática de los hipopótamos, única en España. Las extraordinarias dimensiones del espacio y su carácter didáctico se alían con estas cuidadas recreaciones para conseguir un zoo inmersivo y si barreras visuales.
8. El Carmen

El barrio del Carmen sigue siendo uno de los entramados más deliciosos de la ciudad. Junto a su tradicional oferta nocturna que concentra a muchos erasmus –no te pierdas una sesión de jazz en directo en el Jimmy Glass–, visita el mercado Mossén Sorell, en la plaza del mismo nombre, que combina los puestos de toda la vida con actividades culturales. También encontrarás espacios gastro –como Vinostrum, experto en tapitas frías y caviar de erizo, con vino ecológico a granel y cerveza valenciana– y arte callejero, como las fotos en formato XXL del artista gráfico Luis Montolio.
9. Plaça de la Mare de Déu

En la parte posterior a la Plaza de la Reina, de espaldas a la seo, verás la Plaza de la Virgen y su fuente, con una estatua semitumbada del río Turia: ¡ojo! No es Neptuno. Aquí se reúne cada jueves el Tribunal de las Aguas, una antiquísima institución –la más antigua de Europa y una de las más antiguas del mundo– declarada Patrimonio de la Humanidad, que soluciona problemas de riego de las huertas. Es otro sitio para constatar que a Valencia le sientan muy bien las plazas, un espacio monumental que, junto a la Catedral, alberga la Basílica de la Virgen de los Desamparados y el Palacio de la Generalitat.
10. Jardins del Real

Valencia cuenta con cerca de 5.000.000 de m2 de jardines, así que podríamos recomendarte el Parque de Cabecera –donde está Bioparc– o el Jardín del Turia, el antiguo cauce del río que atraviesa la ciudad, del que también te hemos hablado. En este último nos gusta especialmente la mezcla de runners, familias en bici y turistas en segway, pero nuestro rincón favorito es la confluencia del Museo de Bellas Artes con los Jardines de Viveros (o del Real), un parque de origen árabe, respetado por el turismo de masas y repleto de esculturas que, en la actualidad, alberga el Museo de Ciencias Naturales.
11. Benimaclet

Otro espacio interesante es Benimaclet, un barrio estudiantil alejado de rutas turísticas que merece la pena recorrerse con calma. Aquí tienes tiendas de tatuajes, graffiti, barberías provocadoras –como BarbaMan– y una revolución eco, con tiendas como La Comanda y sus arroces y setas a granel. En cuanto a tabernas, nos gusta la irreverente frescura de Caminito Tapas y Destapas, la terracita slow de El Colmado –su muro de trencadís aparece en La Mala Educación, de Almodóvar– y el ambiente gastroliterario que se crea cada tarde en Chico Ostra, perfecto para saborear cocas caseras y mistela.
12. El Cabanyal

El Cabañal es el popular barrio de pescadores que se puso en pie de guerra contra e plan urbanístico que amenazaba con hacerles desaparecer. El gran motor del cambio es La Fábrica de Hielo, un contenedor cultural donde el arte más gamberro comparte espacio con música, danza y teatro alternativos. Junto a él, tascas de toda la vida –como Casa Montaña, la Gastro Tasca L’Entrepà y la Bodega La Pascuala, con su mítico bocata de 1/4 k de carne de caballo–, y otras más recientes, como, Ca la Mar o Net i Café, donde comprar un vestido vintage, tomar un café y lavar la ropa, todo en uno.
13. Playa de Las Arenas

Las Arenas es la primera de una sucesión de playas –Cabanyal, Patacona, playa dels Peixets…–que empiezan en el puerto y terminan en Alboraya. Aquí, las casetas que alquilaban bañadores a las señoras de la alta burguesía son ahora garitos de moda que abarrotan el Paseo de Neptuno, como La Pepica –el favorito de Hemingway–, La Rosa, Vivir sin dormir… A Malvarrosa, la playa urbana por excelencia, puedes llegar en tranvía desde la estación Pont de Fusta, pero olvídate del halo de nostalgia que Manuel Vicent describía en su Tranvía a la Malvarrosa: hoy, es un arenal que se llena los fines de semana.
14. La Marina

Siguiendo la línea de la costa, junto a los Poblados Marítimos, la zona portuaria combina una frenética actividad comercial con la vitalidad y los colores que enamoraron a Sorolla. Es La Marina de Valencia, un espacio luminoso donde destacan el Edificio del Reloj –una copia del de la estación de Lyon de París–, la Pérgola –una joya modernista con conciertos matinales– y los antiguos Tinglados, una serie de galpones convertidos hoy en espacio para skaters y exhibiciones de baile urbano. La nota vanguardista la aporta el edificio Veles e Vents, un icono arquitectónico firmado por Chipperfield.
15. La Albufera

Aquí comenzó el auténtico sabor valenciano –Blasco Ibáñez, las barracas, la anguila… hasta la paella–, pero este inmenso lago interior con casi 3.000 ha de agua dulce entre el Júcar y el Turia se adapta a los tiempos; ahora, sus típicas barracas preparan show cookings de paellas y los atardeceres en la Gola de Pujol triunfan en Instagram. Aún así, el plan es venir por la mañana –los domingos está masificado–, navegar por la Albufera mientras escuchas las anécdotas del lanchero –cómo se inundan los arrozales o los trucos para pescar la anguila–, fotografiar garzas y patos, y coronar con una paella al aire libre.
La imagen que abre el texto es Plaça de la Mare de Déu | EVG

