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Vinos, monasterios y paisajes del Alt Penedès

Entre Tarragona y Barcelona encontrarás esta tierra de viñedos y bellos monasterios, una serie de territorios agrestes e impactantes pero, sobre todo, poco masificados. Son paisajes marcados por el cultivo de las vides en los que el auge de las casas rurales por un lado y la popularización del vino por otro, han descubierto todo un mundo de placeres que se entrelazan con los legendarios caminos de peregrinos. Nos calzamos las botas para adentrarnos en esta porción de la Ruta del Císter, un pequeño universo que alterna magia y autenticidad con el arte de la cultura enológica.

1. Pacs del Penedès y el truco de las rosas

Familia Torres Centro de Visitas | EVG
Rosales en la finca El Maset | EVG

Aquí, en la finca El Maset, puedes recorrer el Centro de Visitas de la familia Torres y compartir su pasión por el vino. Las actividades incluyen desde un tour entre viñas y degustación hasta un minimuseo que recrea las profesiones relacionadas con este mundo y el Túnel de los Aromas, con los olores vinícolas de las cuatro estaciones del año, como la quema de sarmientos o el mosto. También recorrerás en tren los procesos de elaboración del vino, del embotellado al envejecimiento en botella. Y descubrirás el truco de las rosas: el rosal y la vid sufren las mismas enfermedades, pero el primero las detecta antes por lo que se coloca un rosal al principio de cada hilera de vides como forma ecológica de prevenir plagas.

2. Monasterio Santa María de Poblet, la joya del Císter

Real Monasterio de Santa María de Poblet | EVG
Claustro Mayor | EVG

Ya en la provincia de Barcelona te espera el Real Monasterio de Santa María de Poblet, el conjunto cisterciense habitado más grande de Europa. Los 150 monjes que vivían aquí en la Edad Media se han reducido a los 32 actuales, que mantienen el trabajo de las vides. Puedes visitar esta joya arquitectónica –situada en Vimbodí i Poblet, en la comarca de la Conca de Barberà– bien sola (8,5 €) o en una entrada conjunta (cuesta 15 € y tiene un año de validez) con los otros dos impresionantes monasterios de la ruta del Císter: Santes Creus y Santa María de Vallbona. Recorrer este conjunto –declarado Patrimonio de la Humanidad–, admirar su Sala Capitular y el retablo de Damià Forment, y pasear por sus jardines interiores es darte un regalo de tranquilidad y equilibrio arquitectónico.

3. Grans Muralles y el empeño de recuperar uvas antiguas

Viñedos en Grans Muralles | EVG
Santa María de Poblet desde Grans Muralles | EVG

Al pie de las murallas del monasterio se encuentra Grans Muralles, una de las fincas más representativas de la zona. Aquí introdujeron los monjes el arte de la viticultura, en el siglo XIII y, en la actualidad, se mantiene una apuesta clara por recuperar antiguas variedades catalanas –como la garró y querol– y adecuarlas a estos suelos de pizarra, los mismos que abundan en el Priorato. También se mantienen las artes tradicionales y se mima a los viñedos con todo tipo de cuidados. Por ejemplo, los frutos se sujetan para que no toquen el suelo y se pudran, y se planta de norte a sur, para que la hoja dé sombra a mediodía y el sol sature el sabor de la uva.

4. Torre Milmanda, el suave vino de la Conca de Barberà

Torre Milmanda | EVG
Viñedos desde la Torre Milmanda | EVG

Otro lugar lleno de magia en plena ruta del Císter, entre los municipios de la Espluga de Francolí y Vimbodí, es la Torre Milmanda, un enclave de 15 hectáreas con una particularidad: aquí se registran las temperaturas más bajas de la zona, idóneo para cultivar las uvas doradas de chardonnay. La finca está dominada por un castillo medieval, construido por los árabes sobre los restos de un asentamiento donde estuvieron íberos, romanos y visigodos. Posteriormente, Milmanda fue utilizado como granja del monasterio de Poblet y alcanzó gran importancia en la Europa de la época, ya que era el lugar de moda de los emperadores Carlos V y Felipe II para cazar. En la actualidad, es una finca rústica que mantiene su torre del homenaje, desde la que puedes ver la panorámica de los viñedos de la zona.

5. El Camí de Sant Jaume y el arte de leer los árboles

Celler modernista en L’Espluga de Francoli | Ángela Llop. Flickr
L’Espluga de Francolí | Jorge Franganillo. Wikimedia Commons

Este ramal del Camino de Santiago –los 157 km que discurren entre Tarragona y Lleida y que forman el Camí de Sant Jaume–, incluye un ramillete de localidades que se cruzan con la ruta del Císter. No te pierdas Montblanc, L’Espluga de Francolí –con sus bodegas de corte modernista–, Arbeca, Juneda y, por supuesto, Vimbodí, con la calle más estrecha de España, Les Abraçades (los Abrazos), de 94 cm de ancho. Disfruta de este territorio único y empápate de la información que ofrece. Por ejemplo, aparte de árboles que rodean muchas fincas, te llamarán la atención los ejemplares que se levantan en solitario, a la entrada de algunas viviendas. Tienen una explicación histórica, muy útil en esta tierra de peregrinos: un único ciprés delante de una casa significaba que ahí daban alojamiento. Si el árbol era un olivo, se ofrecía comida. Una forma de comunicarse simple pero muy efectiva.

La imagen que abre el texto es Mas Rabell, en El Maset | EVG

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