Vieux-QuÈbec Emmanuel Voveney OTQ

Québec, con ADN de otoño

Destaca en otras épocas del año, como los carnavales o durante los meses de verano –con su espectáculo en clave vegetal, Mosaïcultures–, pero es en otoño cuando este enclave del este de Canadá despliega un increíble catálogo de colores, una avalancha de amarillos, rojos y naranjas que cubre todo y le da una luz única. Su impresionante patrimonio, el río San Lorenzo que la atraviesa y su oferta natural –es una de las ciudades con más bosques del planeta– se alían para convertir a Québec en uno de los destinos estrella del otoño. Recorremos 9 enclaves muy top que se tiñen de naranja en estos meses del año.

1. Porte Saint Jean

Porte Saint Jean | © Mathieu Dupuis, OTQ

Forma –junto con la de Kent, Saint-Louis y Prescott– las puertas que quedan en pie del sistema defensivo original de la ciudad y es, al igual que sus compañeras, una de las puertas de entrada al sector fortificado de Québec. Porte Saint-Jean es el nexo de unión que, por un lado, da acceso a las tiendas y restaurantes de la calle Saint-Jean y, por otro, a la Place D’Youville, sus salas de espectáculos y, en invierno, la pista de patinaje. Rehabilitada varias veces, finalmente se demolió por completo a finales del siglo XIX para dar paso al nuevo tranvía eléctrico. La actual, construida en 1938, nació ya con el empeño de convertirse en una atracción turística.

2. Terrasse Pier-Duga-De Mons

Terrasse Pierre-Dugua-De Mons | © Francis Fonyaine, OTQ

Si no has capturado esta archifamosa imagen de Québec, olvídate de tu carné de viajero. Puedes subir por la Terrasse Dufferin –la estructura de madera de los toboganes marca el camino para llegar– o por la avenida Saint-Denis pero, llegues como llegues, la Terrasse Pier-Duga-De Mons es uno de los miradores imprescindibles de la ciudad, con la panorámica del Château Frontenac, la Terrasse Dufferin y el río San Lorenzo de frente. Aquí puedes ver el busto de Pierre Dugua de Mons –responsable del primer asentamiento francés permanente en América del Norte, germen del actual Québec–, caminar junto a las murallas o, simplemente, ver el espectáculo visual mientras disfrutas de un picnic sobre la zona de césped.

3. Parc Montmorency

Parc Montmorency | © Francis Fontaine, OTQ

Este parque derrocha encanto por los cuatro costados. Abajo, en el subsuelo, está parte de la primera tierra cultivada de Nueva Francia y arriba, en la superficie, un monumento dedicado a Louis Hébert –primer agricultor canadiense– y otro a Sir Georges-Étienne Cartier –uno de los Padres de la Confederación–, junto a veredas franqueadas por árboles naranjas y reposados rincones, perfectos para hacer un alto en medio de las visitas al patrimonio de la ciudad. Situado en pleno Vieux-Québec, el Parc Montmorency es además un mirador de lujo desde el que observar toda la Ciudad Baja, en especial, el fresque des Québécois, el inmenso mural que, desde 1999, cuenta la historia de la ciudad y rinde homenaje a sus hombres más ilustres.

4. Place des Canotiers

Place des Canotiers | © Francis Fontaine, OTQ

En el Puerto Viejo, entre el río San Lorenzo y el sector histórico de la ciudad, la Place des Canotiers es un espacio fronterizo entre el carácter acuático de Québec –está inspirada en los muelles de madera del siglo XIX– y su oferta patrimonial. No podrás disfrutar de los chorros de agua que emergen en una zona del suelo, ni de las llegadas a la terminal de cruceros –atracan aquí de mayo a octubre– pero, a cambio, obtendrás una relajada panorámica del Château Frontenac, las fortificaciones y los edificios históricos de Petit-Champlain, envueltos en una frondosa vegetación ocre y naranja, en clave de otoño.

5. Plaines d’Abraham

Plaines d’Abraham | Wilfredo Rafael Rodríguez Hernández, Wikimedia Commons

No hay actividad que se precie que no pase por las Plaines d’Abraham, desde el Festival d’été de Québec hasta un anillo de hielo en invierno para practicar esquí de fondo y patinaje. Está enmarcado dentro del Parc des Champsde-Bataille –el primer parque histórico nacional de Canadá, creado en 1908 para conmemorar el 300 aniversario de la ciudad de Québec– y, aunque aquí se libró la Batalla de las Llanuras, entre franceses y británicos, ahora es un gran parque urbano que combina naturaleza y cultura a partes iguales. Si quieres convertirte en uno de los 4 millones de personas que lo visitan al año, no te pierdas su centro de interpretación y sus recorridos teatralizados.

6. Musée National des Beaux-Arts

Musée National des Beaux-Arts du Québec | Emmanuel Coveney, OTQ

En el corazón de las Plaines d’Abraham, el Musée National des Beaux-Arts es un interesante contenedor cultural que te atrapará desde el minuto uno, empezando por su edificio más reciente y vanguardista: un diseño en cascada firmado por el estudio de arquitectura OMA. Dentro, una extensa colección de referencia que repasa la creación artística de Québec desde el siglo XVII hasta la actualidad. Además, colecciones dedicadas al arte histórico y contemporáneo, con piezas de diseño, artes decorativas y arte inuit.

7. Montcalm Quartier

Lumière sur l’art. Montcalm | © Destination Québec Cité, OTQ

En los últimos años, la modernidad de Québec se cita en Montcalm, junto a las Plaines d’Abraham, un barrio sibarita y bohemio que cada vez atrae más artistas y comercios alternativos. La oferta de librerías –con ejemplares nuevos y de segunda mano–, teatros como Périscope, el atractivo programa de música y danza del Grand Théâtre de Québec, cines y galerías de arte es abrumadora y explica por qué Montcalm se conoce como el Quartier des arts. La explosión artística es tan monumental que salta a la calle y espacios como la Avenida Cartier exhiben reproducciones gigantes de obras del Musée National des Beaux-Arts colgadas de sus farolas. Un espectáculo al que, en estos días, se suma el de las copas anaranjadas de los árboles.

8. Parc National de la Jacques-Cartier

Église Sainte-Catherine | © Luc Charbonneau, OTQ

Considerado monumento histórico nacional, el Parc National de la Jacques-Cartier es una de las principales atracciones de la región. Está situado a 30 minutos al noroeste del Vieux Québec, en uno de los glaciares más bonitos de la zona, y cuenta con 670 km2, un río con multitud de islotes y más de 100 km de senderos para caminatas. Entre las rutas en kayak de verano y la oferta de todo tipo de actividades de nieve, en invierno, el otoño es un momento idóneo para descubrir joyas como la iglesia Sainte-Catherine y pasear entre los bosques anaranjados de estas tierras que fueron territorio de los Innu y de los pueblos Hurón.

9. Lac Beauport

Lac Beauport | © Luc Charbonneau, OTQ

Al norte de la ciudad, el Lac Beauport es uno de los destinos favoritos de los habitantes de Québec para vivir una inmersión total en la naturaleza. Aquí puedes rodear el lago caminando o en bici –es una ruta circular de unos 7,6 km, sencilla, que te llevará algo menos de 2 h– y admirar la extraordinaria paleta de tonos rojos, verdes y naranjas de los árboles. Si quieres conocer más sobre la forma de vida de los antiguos habitantes de la zona, los Innu y la nación Hurón, estás en el sitio correcto; la mayoría de espacios que rodean el lago indagan en este tema y puedes ver desde artesanía amerindia, el Site Traditionnel Huron –con un tipi gigante, secadero de carne…– y hasta un museo dedicado al arce, todo en clave etnográfica.

La imagen que abre el texto es Fairmont Le Château Frontenac | Emmanuel Coveney, OTQ.

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