Nos salimos de la autopista para adentrarnos en carreteras secundarias con pocos coches y mucho amor. Son los nuevos destinos para celebrar San Valentín, una serie de destinos alternativos a esos pesos pesados de las escapadas románticas que terminan poniéndonos al límite. Celebramos el Día de los Enamorados instalados en la cara B viajera, con propuestas más reposadas y menos masificadas, tan atractivas como sorprendentes, y 100% amorosas.
1. Oporto (mejor que Sintra)

No tiene la magia onírica de Sintra –ni sus innumerables palacios de cuento de hadas– pero, a cambio, Oporto ofrece encanto a raudales, pura autenticidad y, a pesar de un turismo que empieza a sobrar casi a cualquier hora del día, rincones únicos y solitarios. Te gustará visitar la Catedral y sus alrededores, los azulejos de Porto São Bento, el traqueteo de los legendarios tranvías, la estética industrial del mercado Ferreira Borges y, desde luego, la luz naranja sobre el Duero, sobre todo a bordo de un rabelo.
- Especial ENAMORADOS: Cruzar el puente de Don Luis I para alcanzar Vila Nova de Gaia. No pertenece estrictamente a Oporto, pero aquí se concentran las bodegas de su vino internacional y las mejores puestas de sol del Atlántico, desde el Jardim do Morro o el Mirador Serra do Pilar.
2. Bosa (mejor que Venecia)

Ni Verona –el plató de Romeo y Julieta– ni Venecia ni Roma: como decía la grandísima Carrá, para hacer bien el amor hay que venir al sur y, para celebrarlo, nada mejor que Cerdeña, una de las porciones italianas que, paradójicamente, está más masificada y es menos conocida. Libre de la avalancha veraniega, es el momento de explorar joyas como Bosa, una joya del noroeste insular asentada junto al río Temo –el único navegable de Cerdeña–, con pasado medieval e iglesias del prerrománico sardo.
- Especial ENAMORADOS: Subir al Castillo de Serravalle –feudo de los Malaspina, la familia toscana que dominaba la isla en el siglo XII– y bajar callejeando entre el entramado de fachadas de colores –moradas, verdes, naranjas…– de la que muchos llaman la ciudad Pantone.
3. Gante (mejor que Brujas)

A pesar de su innegable belleza, cuesta evitar la sensación de ciudad de cartón piedra que uno siente la primera vez –y la segunda…– que visita Brujas. Por eso, para celebrar el día más romántico del año nos salimos de la tangente y ponemos rumbo a Gante, una de las ciudades más bonitas de Bélgica. Disfruta de su extraordinario patrimonio –el Campanario Municipal, la Catedral de San Bavón, la iglesia de San Nicolás…– y, al caer la tarde, de su dinámica vida nocturna, repleta de conciertos de jazz y cerveza.
- Especial ENAMORADOS: Atravesar el puente de San Miguel, en el corazón histórico de la ciudad pero, sobre todo, tomar el aperitivo de la cena en cualquiera de los garitos del muelle Graslei o el Korenlei, mientras disfrutáis de un contenido bullicio a la espera de que se oculte el sol.
4. Colmar (mejor que París)

¿De verdad quieres celebrar tu amor entre autocares repletos de turistas y monumentos abarrotados? Siempre nos quedará París y, además, Colmar es una alternativa más que apetecible. En plena Ruta de Vinos de Alsacia –otro plus– esta localidad del sureste galo engancha por sus casitas con entramado de madera, sus canales, sus balcones repletos de flores y un centro histórico protegido y cautivador, en el que nació Bartholdi –creador de la Estatua de la Libertad– y surgió la historia de La Bella y la Bestia.
- Especial ENAMORADOS: cruzar el puente de la Petite Venise y disfrutar con la vista más romántica de la ciudad, o atravesarlo por debajo a bordo de una barca para ver los canales desde un punto de vista 100% relajante.
5. Cork (mejor que Dublín)

El aire sureño le imprime Cork, segunda ciudad más poblada del país, un talante distendido y abierto a lo inesperado que la convierte en una excelente opción para evitar la masificación que a veces sufre Dublín. Aquí tienes propuestas tan locas como tocar una canción pop en las campanas de Shandon o hacer vibrar el puente de Fitzgerlads’s Park; incluso la torre de la iglesia de Santa Ana cuenta con un reloj al que llaman el mentiroso de las cuatro caras, porque cada una marca una hora diferente.
- Especial ENAMORADOS: Unir el amplio pasado marítimo de esta localidad con grandes dosis de adrenalina deportiva y lanzarte a una velada de kayak urbano bajo los puentes mientras subes el río Lee hasta el castillo de Blackrock y disfrutas de los muelles y las vías verdes de la Marina.
6. Utrecht (mejor que Ámsterdam)

Aparte del histórico Tratado que se firmó aquí –y que decidió, entre otros, el futuro de Gibraltar– puede que Utrecht no te suene mucho, pero esta ciudad, situada en el centro de los Países Bajos, tiene mucho y bueno que ofrecer, y sin tanto barullo como Ámsterdam. Aquí también tienes canales –aunque a doble nivel, diferentes de los del resto del país– y un extraordinario patrimonio, que comprende joyas como la Casa Rietveld Schröder, la de Zoudenbalch, la Catedral de San Martín y la icónica Torre del Agua.
- Especial ENAMORADOS: Imprescindible pasear junto a los canales o surcar sus aguas a bordo de un barco. Además, sube a la histórica Torre Dom y disfruta de unas vistas impresionantes con toda la ciudad a tus pies antes de recorrer el Pandof, el jardín del monasterio de la iglesia, del año 1400.
7. Cesky Krumlov (mejor que Praga)

A orillas del río Moldava, en la región checa de Bohemia del Sur, Cesky Krumlov tiene tanto encanto de cuento de hadas y tanto sabor medieval como Praga, pero (de momento) la cuarta parte de turistas. Después de recorrer su casco histórico –Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, subir a su Castillo del siglo XIII y ver el teatro giratorio de sus jardines –¡y los osos que viven en el foso!– entenderás por qué muchos consideran a esta localidad la más bonita de todo el país.
- Especial ENAMORADOS: Cruzar el Puente de las Capas y cenar junto al río en cualquiera de las tabernas de los alrededores –cerveza checa incluida– mientras disfrutáis de la puesta de sol sobre las aguas del Moldava. Si le añadís un espectáculo de música barroca, tocaréis el cielo.
La imagen que abre el texto es Colmar. La petite Venise | Tourisme Colmar