No sabemos si los destinos tienen un sexo específico y si hay países con ADN hetero o LGTBIQ+ pero esta semana, en la que celebramos el Día Internacional de la Mujer, organizamos un paseo virtual a través de 5 ciudades muy diferentes que escriben sus nombres en clave femenina. ¿Nos acompañas?
1. Adelaida
La capital del sur australiano, la primera a la que llegaron los colonos, rezuma propuestas de todo tipo. Aquí puedes elegir entre un repleto abanico cultural, disfrutar un día de playa, trepar a la cúpula del Óvalo –el mayor estadio deportivo del país– y saborear un Penfolds, uno de sus vinos estrella. Las ofertas crecen cada día en Adelaida, cuyo nombre, de origen germánico, significa de noble aspecto.
2. Florencia
La ciudad que más síndromes atesora –tanta belleza no puede traer nada bueno– es también una de las pocas capaces de conciliar a turistas en masa y viajeros en busca de rincones secretos. La magia de la capital de la Toscana parece no tener límites y comienza desde su propio nombre: en latín, Florencia (Firenze) significa floreciente.
3. Rosario
Compite con Buenos Aires por ser la más moderna, fiestera e innovadora del país. Y a veces gana. Aunque Rosario cuenta con espacios tan transgresores como el CEC –un contenedor cultural situado en los antiguos galpones ferroviarios– y con un activo imbatible: la ruta Messi, oriundo de esta ciudad situada en la orilla del Paraná, a 300 km de la capital argentina.
4. Sofía
¿Cómo puede mantenerse al margen de las grandes rutas turísticas una ciudad que combina iglesias ortodoxas, baños termales y buenos precios? No lo sabemos pero, justamente, ese es uno de los mayores atractivos de Sofía. Además, la capital búlgara es una de las más antiguas de Europa –y la única que no ha cambiado nunca de nombre, del griego, sabiduría– y el momento Erasmus que vive multiplica el número de jóvenes y la oferta cultural.
6. Trinidad
Esta Ciudad-Museo del Mar Caribe es uno de los tres vértices en ese mágico triángulo cubano, que se completa con La Habana y Santiago. Tranquila y reposada, Trinidad es tan dulce como sus campos de caña de azúcar y tan sentimental como las letras del son que tocan los músicos callejeros, entre decenas de iglesias coloniales y uno de los complejos arquitectónicos mejor conservados de Sudamérica.