Si hace dos semanas te contábamos las claves para no perderte nada de la zona norte en tu primera visita a Estambul, ahora regresamos a esta seductora ciudad turca para explorar la ribera sur del Cuerno de Oro. Intensa y, por momentos excesiva, esta es una urbe que enamora a la cámara, demasiado europea para ser asiática (y lo contrario, también) pero capaz de detener el tiempo en torno a una partida de dados.
Acogedora y multicultural, te invitarán a formar parte de su día a día, te recitarán la alineación del Real Madrid o del Barça y te preguntarán si conoces sus telenovelas o si vas a hacerte un implante de pelo. Integrarte en la esencia de Estambul es una propuesta irresistible para descubrir una de las ciudades más apasionantes del planeta.
12. Ver a los pescadores del puente Gálata
Si el Cuerno de Oro es uno de los enclaves fetiche de la ciudad, el puente de Gálata, la estructura que lo atraviesa, es todo un icono. La construcción –que el próximo diciembre celebra su 30 cumpleaños– es, además, un perfecto destilado de la esencia de la ciudad, un escenario frenético y vibrante salpicado por paréntesis de paz total en los que lo único que importa es que algún pez pique el anzuelo.
13. Embriagarte de aromas en el bazar de las Especias
Al otro lado del puente de Gálata te espera el Bazar Egipcio –Bazar de las Especias para los amigos–, un monumental mercado gastronómico del siglo XVII en el que montañas de azafrán y canela comparten espacio con vendedores de pistachos, aceitunas y queso blanco. En este festival de aromas y colores puedes saborear también un café turco, una tradición que ya es Patrimonio de la Humanidad.
14. Recorrer la gigantesca mezquita de Suleimán
El esplendor otomano llegó de la mano de Solimán el Magnífico, el sultán que reinó durante 47 años en el imperio y que dejó, en esta impresionante construcción, una prueba de su poder. Es la mezquita Süleymaniye, una de las mezquitas imperiales más suntuosas del país, en la que destacan los arcos con rayas rojas y blancas, los cuatro minaretes, las espectaculares vidrieras y los azulejos de Iznik.
15. Descubrir la estación de tren de Sirkeci
Si ya te hablamos del pasaje Ciçek y su onda modernista, ahora te invitamos a verla en formato ferroviario y orientalista: en la estación de tren de Sirkeci. Ya no funciona como tal –alberga un restaurante y el Museo del Ferrocarril–, pero pasear por sus andenes vacíos te hará recordar que fue terminal del mítico Orient-Express y que aquí se inspiró Agatha Christie para su famoso asesinato.
16. Hacer un alto en el parque Gülhane
Solo por su ubicación, en pleno centro de Estambul, valdría la pena hacer un alto en la ruta turística y disfrutar del parque de Gülhane –el más antiguo de la ciudad–, pero este pulmón verde urbano ofrece también espacios para picnic, terrazas sobre el Mármara y el Cuerno de Oro, esculturas científicas y campos de rosas y tulipanes, estos últimos, con la eterna reclamación de ser oriundos de Turquía.
17. Caer en la tentación de entrar en el Gran Bazar
No es nuestro spot favorito de la ciudad y no por uno, sino por muchos motivos: está hipermasificado, aquí no verás ni un solo turco, es caro, repetitivo, agobiante… Aún así, ¿cómo vas a venir a Estambul y no visitar el Gran Bazar? Madruga (abre a las 08:30 h), ármate de paciencia, practica el delicado arte del regateo y zambúllete en esta miniciudad comercial, un laberinto de 58 calles y 4.000 tiendas.
18. Sentir la magia de Santa Sofía
Es cara –entrar cuesta 25 €– y está masificada –en 2022 ya recibió 13,6 millones de turistas–, pero solo por ver la mezquita de Santa Sofía (Ayasofya) valdría la pena venir a Estambul. Su valor arquitectónico –la gran cúpula central parece flotar– se completa con el histórico –Justiniano la encargó en el año 537– y el religioso, pasando de ser mezquita a iglesia, museo y, desde 2020, de nuevo mezquita.
19. Entrar en la oscuridad de la Cisterna Basílica
La paz más absoluta en medio del ajetreo que se vive en la superficie. Es lo que sentirás en este mar de 336 columnas –dos de ellas, con la cabeza tallada de Medusa– que es la Cisterna Basílica, un pozo subterráneo mandado construir por Justiniano para asegurar el abastecimiento de agua. Si el espacio te suena estás en lo cierto: ha sido plató de cintas de Hollywood como Inferno y Desde Rusia con amor.
20. Subir fotos con gatos y döner kebaps
Parece que el carácter portuario de Estambul hizo la ciudad apostara por los gatos para mantener sus barcos libre de ratas y ratones. A partir de ahí, la población felina se multiplicó hasta alcanzar los 300.000 gatos actuales, callejeros y protegidísimos por ley. Son tan parte del ADN de la ciudad como los puestos de comida callejera y los döner kebap, por cierto: mucho más sabrosos que los de aquí.
21. Vibrar con los colores de la Mezquita Azul
La mezquita más importante de Estambul, la mezquita de Sultanhamet, no empezó con buen pie. Sus seis minaretes se entendieron como una provocación –son los mismos con los que cuenta la Meca– y hubo que añadir un séptimo a esta última para aplacar a los fieles. El interior, con más de 20.000 azulejos de Iznik que decoran las cúpulas, es el responsable de se la conozca como Mezquita Azul.
22. Despedir el día en el parque Yenikapi Sehir
Si te han contado que en Estambul las puestas de sol son bonitas, tú mismo comprobarás que se han quedado cortos, porque los tonos anaranjados del atardecer sobre las aguas del mar de Mármara crea imágenes difíciles de superar. Si, además, esperas la caída de la tarde en un sitio tan de moda como Yenikapi Sehir, un parque con ambiente chill, cosmopolita y relajado, el fin de fiesta es un éxito seguro.
La imagen que abre el texto es Limpiador de zapatos en Fatih | EVG