Islandia Blue_Lagoon El viajero global

10 placeres de invierno para disfrutar (de otra forma) el frío

Pasear con un reno, patinar en la pista más grande de Europa, practicar curling y ¡hasta bucear! No te conformes con esquiar y descubre todas las posibilidades que tienen la nieve y el frío. Apostamos por un invierno divertido y fuera de ruta y, en contra de los consejos de la Carrá, ponemos rumbo al norte en busca de nuevas experiencias bajo cero. Hemos seleccionado 10 placeres de invierno para disfrutar (de otra forma) el frío.

1. Bucear bajo el hielo en Austria

Eistauchen am Weissensee. Oesterreich | Harald Eisenberger

Durante el año, Weissensee, un idílico lago del sur de Austria, es uno de los parajes más románticos del continente pero, a mediados de diciembre, su superficie se congela y se convierte en la mayor y más sólida capa de hielo natural de toda Europa. Entonces, se convierte en el escenario ideal para practicar patinaje y hockey o actividades tan fuera de ruta como pesca en agujeros de hielo o buceo bajo hielo. Los que han probado esto último dicen que la experiencia de sumergirte en aguas cristalinas y heladas, con una visibilidad de hasta 30 m y con fascinantes efectos de luz, engancha. Y debe ser verdad, porque la lista de espera supera los 10 meses.

2. Patinar en Budapest, la pista más grande de Europa

Pista de patinaje en la ciudad | ©Bertalan Soós. budapestinfo.hu

Fue el recinto de caza de la nobleza en los siglos XVIII y XIX y uno de los primeros parques públicos que se creó en todo el mundo, pero el parque Városligetparque de la Ciudad, para los amigos– es también el lugar favorito de ocio para los habitantes de Budapest, un lugar de visita obligada que incluye spots tan apetecibles como el zoo, un pequeño parque de atracciones o el archifamoso balneario Széchenyi. Sus generosas dimensiones –1,4 ha– cuentan también con un lago que, dependiendo de la época del año, permite navegarlo en barca o recorrerlo en patines sobre hielo. El hielo es artificial, pero las medidas del recinto lo convierten en el mayor de Europa y, el entorno, en uno de los más bonitos del continente.

3. Hacer karting sobre hielo en Canillo

Karting sobre hielo | Palau de Gel d’Andorra

Vente cargado de adrenalina porque en el Palau de Gel d’Andorra la vas a necesitar toda cuando suene la señal de salida y comiences a conducir un kart de 200 cc y ruedas de llaves sobre un circuito de hielo. La actividad puede realizarse a diario, incluso en horario nocturno, tanto de forma individual (en carreras de 10 minutos) como en grupos, con minicompeticiones de tiempo cronometrado. Es para mayores de 16 años, hay vehículos adaptados para minusválidos y es la joya de la corona de este espacio, en el que también puedes patinar, jugar al hockey o al ballon-balai –con una pelota y una pala en lugar de stick–, todo sobre hielo.

4. Correr con un trineo de renos en Finlandia

Trineo con renos | ©Juho Kuva. visitfinland.com

¿Sabías que en Laponia hay 20.000 renos más que personas? Eso explica que los samis, utilicen estos animales como transporte, una tradición que puedes conocer si te apuntas a un agradable paseo de trineo tirado por renos. Puedes vivir la experiencia en el entorno del lago Saimaa –al sureste de Finlandia– y también te puedes encontrar estos gigantescos e inofensivos renos –están semidomesticados–, merodeando por las carreteras o las viviendas. Los safaris suelen terminar saboreando los típicos bollitos de canela y café al calor de una hoguera, mientras los pastores locales te cuentan todo sobre estos fascinantes animales.

5. Explorar una cueva de hielo en Francia

Mer de Glace | chamonix.com

En las laderas del macizo del Mont Blanc, en los Alpes franceses, encontrarás esta joya geológica que, con 7 km de largo, 40 m2 de superficie y 200 m de espesor, es el glaciar más grande del país galo. También fue el primero con atracciones turísticas de todo el valle de Chamonix. Pero, récords aparte, el Mer de Glace (Mar de Hielo) es un placer para los sentidos y, la gruta –se excava cada temporada ya que el glaciar se mueve unos 90 metros al año–, uno de sus puntos fuertes. Abre todo el año y se puede acceder a ella desde un sendero o en teleférico –después de salvar 580 escalones–, pero te recomendamos que la visites con el tren de cremallera que va a Montenvers y, desde luego, que lo hagas en invierno.

6. Bañarte en aguas termales en Islandia

Blue Lagoon | bluelagoon.com

Está abierto todo el año, pero sumergirse en los 40ºC de este balneario geotérmico del suroeste de Islandia, en pleno invierno, desprende un vapor que te traslada al mundo de los sueños. Aunque los 9 millones de litros de agua de este campo de lava se renuevan cada 40 horas, antes de entrar hay que seguir un estricto protocolo de limpieza. Después, una vez sumergido, debes aplicarte la ya típica mascarilla blanca de Blue Lagoon y tonificar los músculos bajo la cascada. En invierno, puedes disfrutar de este oasis azul –el contenido en sílice explica este color– desde 57 €.

7. Saborear una fondue junto al Pilatus, en Kriens

Fondue Gondeln | myswitzerland.com

Por si contemplar el majestuoso monte Pilatus a bordo de una góndola panorámica –una pequeña cabina con capacidad para 4 personas– no fuera suficiente, sus responsables dan una vuelta de tuerca a su catálogo de actividades y le añaden una experiencia gastro al paseo: saborear una fondue de queso Giswil. La propuesta (68 €/ persona) también incluye bebidas y cafés y el trayecto de unos 45 min que parte y regresa a Kriens a través de Fräkmüntegg, con una inmejorable panorámica flotando sobre el lago de Lucerna, las montañas de la Suiza central y su habitante más famoso: los 2.132 m del Monte Pilatus.

8. Practicar curling en St Moritz

Curling St. Moritz Graubünden | Matthew Fassnacht. Unsplash

En 1881, St. Moritz, al sureste de Suiza, fue el primer lugar del continente en acoger una partida de curling, una petanca sobre hielo en la que se lanzan ocho piedras de 20 kilos mientras el equipo frota el suelo para acelerar o cambiar su trayectoria. Escocés de nacimiento, el deporte, que data de la Baja Edad Media, celebró la primera prueba europea antes de la I Guerra Mundial. La tradición se mantiene y centros de curling como Al Parc, cerca del Kulm Hotel, organizan competiciones con esta actividad, olímpica desde 1998 y, según los aficionados, tan relajante como adictiva.

9. Sumergirte en agua helada en Suecia

Casa de baños fríos | visitsweden.com

Puede que sumergirte en agua rodeada de nieve, cuando la temperatura en Suecia ronda los -3ºC, no esté entre tus prioridades inmediatas, pero los que lo han probado aseguran que la experiencia es más que recomendable. Entrar es para valientes pero, una vez superado el shock inicial y la pérdida de sensibilidad momentánea en las piernas, practicar ice swimming proporciona una inyección de adrenalina que se prolonga todo el día, mejora la memoria y reduce la tensión. Así que, ya sabes: entra en el agua –sin nadar ni meter la cabeza, solo sumérgete y sal– o copia a los lugareños, que comienzan con una sauna y esperan a que el cuerpo esté lo suficientemente caliente antes de entrar en el hielo.

10. Correr con moonbikes en Vallnord

Moonbikes | visitandorra.com

Mitad moto, mitad bici, la Moonbike combina la sensación de libertad de una bicicleta eléctrica con la potencia de una moto y es perfecta para pasear por la nieve. Ligera y fácil de transportar, su sistema de propulsión le permite alcanzar los 40 km/h y adentrarse en caminos angostos y, su motor, totalmente silencioso, acercarse a ver los pequeños animales que viven en las montañas. En Andorra, puedes recorrer con Moonbike los paisajes nevados de Pal Arinsal, en Vallnord, en un circuito adaptado, y Naturland, con salidas diurnas a la cota 2000 y especial nocturnas, para los espíritus más aventureros.

La foto que abre el texto es Blue Lagoon | bluelagoon.com

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