Esta es la versión más eco de las Canarias. Un paisaje reposado y agreste, que comparte increíbles playas naturistas con el silencio de la tierra volcánica y el encanto de la vida rural. Es también una fascinante lección de historia que transita entre castillos y palacios de gobernadores, el destierro de Unamuno, los antiguos aborígenes y hasta secretos escondites nazis. Es la porción más cercana a tierra firme y, sin embargo, una de las más desconocidas. Recorremos 10 spots para descubrir Fuerteventura, la isla tranquila.
1. Puerto del Rosario, la pequeña capital


En Puerto del Rosario, la capital, aprovecha para recorrer el Paseo Marítimo, visitar la Casa Museo Unamuno –junto al puerto encontrarás un banco decorado con textos del escritor, que estuvo aquí exiliado 4 meses– y entrar en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, antes de probar su gastronomía. Te gustarán sus delicias del mar –cherne y otros pescados de roca difíciles de conseguir fuera de las islas– pero, sobre todo, el queso de cabra: el de Fuerteventura fue el primero de España con DO propia y uno de ellos, Maxorata atesora varios premios internacionales. Tras la sobremesa, regálate un placentero paseo por Playa Blanca hasta alcanzar el Mirador de Fuerteventura.
2. Las Dunas de Corralejo, el buque insignia


Una de las postales más icónicas de Fuerteventura son las dunas de Corralejo. Las encontrarás al norte de la isla, dentro del Parque Natural del mismo nombre. Se trata de un extenso territorio casi lunar que termina en el mar, frente al islote de Lobos y la vecina Lanzarote. Hacia el interior, el paisaje de ágaves está atravesado por varias rutas senderistas que transitan por lo alto de los antiguos volcanes. Son totalmente accesibles así que, si te animas, tendrás un punto de vista diferente de este paisaje casi plano, cuyas montañas son tan bajas que no retienen las nubes y fabrican pocas lluvias al año.
3. El Cotillo y las playas del norte


En el noroeste, disfruta del paisaje marítimo con la playa El Cotillo, un precioso arenal dorado y centro de la zona francesa de Fuerteventura. Aquí puedes pasear por la Senda de los Cetáceos –con esqueletos de ballenas encontrados en la zona– y recorrer el Castillo del Tostón. Para cenar, busca mesa en cualquiera de los restaurantes de esta villa marinera y disfruta de una puesta de sol única con un plato de vieja o sargo. Prueba también uno de cabrito joven: por aquí se llama baifon y los jóvenes bromean diciendo “pásame el baifon”.
4. Lajares, los molinos y las molinas


Haz una parada en Lajares –un paisaje rural, lleno de rutas a caballo e invernaderos de tomates– y dedícate a leer el paisaje. Aquí, entre campos de tabaibas y chumberas, aprenderás que una palmera sola en medio del campo señaliza que hay agua en la zona. Y también la diferencia entre los molinos –suelen tener entre 2 y 3 pisos– y las molinas, de una única planta, en la que solo trabajaban mujeres.
5. La Oliva y la Ruta de los Coroneles


Si echas de menos algo de patrimonio, pon rumbo hacia La Oliva, en el interior, una de las capitales con que contó la isla. Te sorprenderá la Casa de los Coroneles –una mansión del siglo XVII donde residían los gobernantes de Fuerteventura– y la iglesia de La Candelaria. Ambas forman parte –junto con la Casa de la Cilla, el Centro de Arte Canario y la Casa del Coronel–, de la Ruta de los Coroneles, un interesante paseo histórico que puedes disfrutar, también de forma teatralizada.
6. Mirador Morro Velosa, tierra de aborígenes


Sube hacia Antigua, en el centro de la isla, y empápate de su carga histórica. Esta localidad fue otra de las capitales de Fuerteventura y último reducto aborigen. A tu izquierda, en el Parque Rural de Betancuria, el Mirador Morro Velosa, diseñado por César Manrique, te regalará unas vistas excepcionales de la zona. Aquí tienes las estatuas de Guise y Ayose, los reyes de Maxorata y Jandía, respectivamente y, de noche, todo un espectáculo estelar en uno de los cielos más limpios de las islas.
7. Betancuria, con todo el encanto rural


Monumental y deliciosa, Betancuria, primera capital de la isla, define en cada rincón el placer de la vida slow. Su patrimonio –aquí está el Museo de Arte Sacro, el Arqueológico y Etnográfico, la imagen de Nuestra Señora de la Peña, patrona de la isla…– y su carácter rural atraen cada día a un buen número de turistas. ¿Una curiosidad? Su nombre se debe a Bethencourt, un normando que buscaba aquí un liquen muy utilizado en el siglo XV para teñir los tejidos de rojo y púrpura, dos colores muy codiciados, ya que eran los que se usaban en la corte y la iglesia.
8. Playa de Cofete, secretos del pasado


Haz un alto y regálate un lujo natural: sumergirte en las potentes aguas turquesa de la playa de Cofete. Te sorprenderá el cementerio antiguo, abandonado hace años y conquistado por la arena. Y, en la ladera, la silueta de Villa Winter, una enigmática y solitaria mansión repleta de leyendas. La presencia de vagonetas de tren, habitaciones tapiadas, material de laboratorio… ha alimentado todo tipo de hipótesis sobre su pasado. La más firme es que esta construcción sirvió de apoyo a submarinos y aviones alemanes, escondió a espías en en II Guerra Mundial –algunos aventuran que aquí se estuvieron Hitler y Eva Braun– e incluso realizó operaciones de cirugía estética a huidos nazis.
9. Morro Jable, la vida en estado puro


Frente al reducto galo del norte, la península de Jandía, en el sur, es la zona alemana. La explicación se llama Willy Brandt y el problema que sufrió el mandatario en las cuerdas vocales. En 1972 Brandt eligió Morro Jable para recuperarse y le gustó tanto que lo convirtió en la capital de Alemania, con largas estancias en las que convocaba ruedas de prensa. Si estás por aquí, madruga para dar los buenos días a las tortugas del Centro de Recuperación de esta localidad –revisa los horarios antes de ir–, un espacio muy didáctico en el que, por medio de paneles informativos, te explican todo sobre 4 de las 7 tortugas de Fuerteventura: verde, boba, laud y carey.
10. Punta Jandía, un escenario de cine


Hacia Punta Jandía el paisaje se vuelve abrupto y salvaje, con dramáticos acantilados que dan paso a suaves playas. Si te parece que tiene un punto cinematográfico estás en los cierto, ya que por aquí se rodó Exodus y, más tarde, Han Solo: una historia de Star Wars. Desde el mirador de la Degollada de Cofete lo verás en toda su extensión. Acércate al Faro de Punta Jandía y pon a punto tu smartphone para captar no solo la belleza de la Playa de Ojos –en la imagen que abre el texto–, sino la de las dos lenguas de mar que se unen en la punta del faro.