Las Cortes de Cádiz le concedieron el privilegio de ser ciudad en 1812 como agradecimiento a su papel durante la Guerra de Independencia. Siglos antes, Isabel la Católica también reconoció a los molineses su ayuda contra los infieles, asegurando que “vale más un malo de Molina que un bueno de Medina”.
Con estos mimbres, su condición de ciudad más fría de España y su estratégica ubicación –es el corazón de la comarca y fue el último territorio en anexionarse al Reino de España, en 1812–, recorremos Molina de Aragón, un enclave al este de Guadalajara relegado a sitio de paso, pero con mucho que contar.
1. De la judería a la morería


Si aún no tienes claro el espíritu ecléctico que caracteriza a este enclave, date una vuelta por el barrio de la Judería y por el de la Morería. El primero es un entramado de callejones medievales creado intramuros de la ciudad cristiana, con joyas como la Puerta del Baño o el Prao de los Judíos. El segundo, al otro lado del río, un espacio fresco rodeado de huertas.
2. El impresionante Castillo y su coro de torres


A las afueras te espera el Castillo, edificado sobre una alcazaba islámica del siglo X. Te encantará la muralla, bastante bien conservada, y la torre de Aragón, que se usaba para avisar de posibles ataques y se encuentra en la zona más alta de la población. Junto a ella y enmarcadas en la muralla, otras torres como la de la Zarza, la Cubierta, la de Doña Blanca, la de Armas o la de Veladores.
3. La gran Plaza de España


Atravesando la Plaza del Mercadillo llegamos a la Plaza de España, un amplio espacio empedrado que fue coso taurino y mercado de ferias. Aquí se encuentra el Ayuntamiento y una placa que recoge uno de los orgullos de Molina: es ciudad, aunque no supera los 4.000 habitantes. Pegada a la Casa Consistorial está la iglesia de Santa María del Conde, fundada en el siglo XVI por el primer Señor de Molina, Don Manrique de Lara. En la actualidad, está desacralizada y se utiliza para actividades del Ayuntamiento.
4. De San Pedro a El Catacaldos


La iglesia renacentista de San Pedro es nuestra siguiente parada. Fíjate en su retablo y, sobre todo, en su espadaña mudéjar, una nervadura del siglo XVIII finamente trabajada. A su lado, el asador Catacaldos, una apuesta gastronómica y lúdica con influencias internacionales –prueba los ferrero de foie y pera con pipa garrapiñada– y una excelente carta de arroces. Y un solete en la Guía Repsol.
5. La iglesia de Santa Clara, la joya del románico molinés


La iglesia de Santa Clara es la primera gran parada y la joya del románico molinés, con su portada
de influencia francesa y estilo cisterciense. Te encantará este poético rincón que cuenta con una preciosa escalinata y que alberga un convento de clarisas de clausura.
6. La iglesia de San Felipe y sus retablos barrocos


Más adelante, visita la iglesia y el oratorio de San Felipe, solo un aperitivo de toda la extraordinaria riqueza cultural y patrimonial que esconde Molina de Aragón. Dedicada a San Felipe de Neri, te sorprenderá su fachada neoclásica y el relieve de su portada, con la Virgen, el Niño y San Felipe.
7. Hotel Palacio de los Molina, el descanso del Cid


Para dormir elegimos el Hotel Palacio de los Molina, con 15 habitaciones, restaurante y grandes dosis de encanto y silencio. No todos los días se amanece en un auténtico palacio, así que dedícate a disfrutar de este, el de los Molina, una joya renacentista del siglo XVI que fue pósito municipal, escuela y subdelegación de Hacienda –muchos le siguen llamando La Subalterna– y que hoy forma parte del Camino del Cid.
8. Una ciudad repleta de palacios


Aprovecha para admirar el antiguo Colegio de Escolapios –un precioso edificio del siglo XVIII que alberga la Oficina de Turismo– y para organizar tu visita. De regreso hacia el centro urbano encontrarás un catálogo de casas blasonadas, como el Palacio de los Marqueses de Villel, el de los Arias, el del Virrey de Manila, el de los Montesoro o la Casa del Obispado Díaz de la Guerra, entre otros.
9. La ruta de las iglesias


Si prefieres explorar un diseño más espiritual, aquí tienes unas cuantas joyas de la arquitectura religiosa, como la iglesia renacentista de San Miguel, la de Santa María la Mayor de San Gil –totalmente reconstruida tras un incendio– y la de San Martín, la más antigua de Molina, del siglo XII.
10. El Puente Viejo sobre el río Gallo


En la sobremesa se impone un bucólico paseo por la ribera del río Gallo hasta el parque del Río y el Puente Viejo, de factura románica y un icono de la ciudad. Después, acércate al Museo de Molina, donde te explicarán todo acerca del Geoparque de la Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo, la figura que ha puesto en valor la extraordinaria riqueza natural de toda la zona.
La imagen que abre el texto es Río Gallo | EVG