San Pedro del Pinatar Carmen R. Pinos El viajero global

Ruta por la Costa Cálida (y alguna joya del interior)

Entre la comunidad andaluza y la valenciana, dos pesos pesados del turismo español e internacional, Murcia se presenta como un interesante paréntesis repleto de sorpresas a descubrir. Antes de que los termómetros conquisten el verano, con temperaturas extremas, noches tropicales y escasa humedad, recorremos su línea costera, desde el extenso patrimonio arqueológico y marítimo de Cartagena, una de sus grandes desconocidas, hasta el ritmo apacible de San Pedro del Pinatar, pegado a las aguas del Mar Menor y a su balneario negro, pasando por paisajes mineros y joyas modernistas.

1. Cartagena, la más deseada

Teatro Romano de Cartagena | EVG
Casa Maestre. Cartagena | EVG

Cartagineses, romanos, árabes… Todos sucumbieron al encanto de Cartago Nova, una ciudad tan ligada al mar que dos de sus principales puntos de interés lo tienen como protagonista: ARQVA –el Museo Nacional de Arqueología Subacuática– y el prototipo de submarino firmado por un cartagenero universal, Isaac Peral. La muralla púnica, los restos romanos –el anfiteatro y el teatro son únicos– y un delicado catálogo de edificios modernistas –Casa Cervantes, Maestre, Dorda…– completan una oferta en la que también es imprescindible subir al Castillo de la Concepción en el ascensor panorámico.

2. La Unión, la catedral del modernismo y el cante

Plaza del Mercado y Antiguo Mercado Municipal de La Unión | EVG
Casa del Piñón. Ayuntamiento de La Unión | Martín Lejarraga

Hacia el interior, dirección oeste, llegarás a La Unión, una localidad pequeña –en realidad, pertenece a Cartagena– pero con una extraordinaria riqueza cultural que se apoya en tres vértices: la minería –no te pierdas el Museo Minero–, el modernismo y el cante de las minas. Como en tantas zonas, el auge económico creo nuevos ricos que querían subrayar su fortuna con llamativos edificios. La Casa Cortés, la del Tío Lobo, la del Piñón y el Antiguo Mercado Público –estas tres últimas, BIC– son ejemplos de la belleza modernista que imperaba en la época. El Antiguo Mercado es también sede del Festival del Cante de las Minas, surgido tras la fusión de murcianos con andaluces que venían a trabajar en la mina.

3. Parque Minero, el tesoro está en el interior

Parque Minero | EVG
Mina Agrupa Vicenta | EVG

A finales del siglo XIX, la Sierra Minera de La Unión producía el 24% del plomo de toda España. Plata, hierro, cobre y azufre eran otros de los minerales que abundaban en esta tierra, un subsuelo muy rico que trajo consigo la fiebre de la minería y la prosperidad. A mediados del siglo XX el sueño terminó y las minas cerraron, pero este importantísimo legado sigue vivo en Las Matildes y Agrupa Vicenta, la mayor mina visitable de España y la segunda de Europa: 4.000 m2 de galerías –ahora está de reformas– a 80 metros de profundidad convertidos en museo donde te explican la extracción del estaño y la pirita.

4. Los secretos submarinos de Cabo de Palos

Cala del Barco | EVG
Faro del Cabo de Palos | Pinawipa. Wikimedia Commons

Bajando por Portmán hasta la Batería de Cenizas, se inicia una sucesión de calas y pequeñas playas poco accesibles y, por tanto, poco concurridas, como Cala Gascón, Cala del Barco –con un pequeño restaurante y excelentes pescados– y la playa de Calblanque, entre otras. Al final, encontrarás una pequeña península coronada por el faro Cabo de Palos, visitable (6 €). Las vistas desde lo alto son insuperables pero, si te animas, el verdadero tesoro de la zona está en el fondo del mar, en Islas Hormigas: una Reserva Marina Integral repleta de arrecifes, corales y pecios de barcos hundidos.

5. San Pedro del Pinatar, entre dos mares

Molinos en la Avenida del Puerto | EVG
Baños de Lodo en San Pedro del Pinatar | EVG

Ya queda muy poco de las salinas que los romanos pusieron de moda en esta localidad murciana que respira entre dos mares: el Mediterráneo y el Mar Menor. En la actualidad, San Pedro del Pinatar vive volcada en el turismo: los molinos salineros son carne de Instagram y los pinares que le dieron fama (y nombre) han dejado paso a complejos hoteleros. En julio, hay otra imagen que debes inmortalizar: la de los flamencos, que llegan este mes, junto a turistas embadurnados de barro negro de la cabeza a los pies, para aprovechar las propiedades terapéuticas de estos lodos, otro imán para los visitantes.

La imagen que abre el texto es Playa de Villananitos. San Pedro del Pinatar | EVG

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