Libre ya de zorras, provocaciones israelíes y especulaciones holandesas, despojado de alfombras rojas y puntos de mira mediáticos, y con el festival de Eurovisión ya casi olvidado, Malmö recupera su pulso vital y vuelve a ser el destino extraordinario (e infravalorado) que siempre ha sido. La tercera ciudad más poblada de Suecia –después de Estocolmo y Gotemburgo– es también la fábrica de adrenalina del país, una urbe donde más de la mitad de la población tiene menos de 35 años y en la que la creatividad y los proyectos bullen sin descanso. En este entramado de cultura, historia y pasión por el buen vivir, iniciamos una ruta para descubrir, paso a paso, la oferta de un enclave diverso y único.
1. Cuando la multiculturalidad sale por los poros de la piel
Los 8 km del flamante puente de Øresund no solo conectan Malmö y Copenhague –la ciudad sueca nació siendo danesa y perteneció durante años a este país– con dos vías de tren y 6 carriles de carretera, sino que son una de las puertas de entrada a la urbe y a su parte más multicultural. Estamos en Hyllie, al suroeste, una zona en la que merece la pena visitar Emporia, un edificio-joya, el diseño orgánico y cambiante con el que el equipo Wingårdh Arkitektkontor consiguió multiplicar la escasa luz natural y revolucionó el concepto de centro comercial. Muy cerca, Malmö Arena, el megaestadio acostumbrado a celebrar partidos de hockey sobre hielo que acogió Eurovisión. Y, por encima de todo, una multiculturalidad en la que, algunas estadísticas, aseguran que a Malmö solo le faltan tres nacionalidades para cubrir el espectro mundial.
2. Turning Torso, el gran icono de la playa
Después de un baño de multitudes, subimos hacia el norte para, en plena línea de playa, disfrutar de dos de los emblemas indiscutibles de Malmö: la costa sobre el Báltico y Turning Torso. Los 190 metros de este último, firmado por Calatrava, lo convierten en el edificio más alto de toda Escandinavia. No podrás subir a ningún mirador –los 54 pisos son viviendas y oficinas–, pero ver de cerca el diseño retorcido de esta estructura, que funciona íntegramente con energía renovable, es un regalo para la vista. Aprovecha para pasear por la playa de Ribersborg, la mayor de la ciudad, y, si el tiempo acompaña, date un chapuzón en estas aguas poco profundas o relájate en Ribersborg Kallbadhus, una casa de baños con sauna y agua fría.
3. Malmö Old Lighthouse y la poética del puerto
Al otro lado de Turning Torso, en la cara opuesta de la península que forma Fullriggaren, Malmö Old Lighthouse es el principal protagonista de un escenario que rebosa melancolía. El faro –al que se le conoce como inre fyr–, es un reducto de tranquilidad en medio del bullicio urbano, un espacio lo suficientemente alejado del centro como para no sufrir el bullicio, y lo bastante cercano como para recordar el espíritu portuario de esta ciudad, que llegó a ser una gran potencia comercial en el siglo XIX. Aquí comienzan también los edificios de la Universidad, que conjugan la paz que transmite el canal de Malmö con las nuevas vanguardias arquitectónicas.
4. The Knotted Gun, la escultura antibelicista
Frente a la Estación Central, The Knotted Gun es tu siguiente parada. Más pequeña de lo que parece, la escultura de bronce de un revólver Colt Python con un nudo en el cañón lleva desde 1984 defendiendo el antibelicismo en la ciudad. No es única –de hecho, es una de las 31 copias que The Non-Violence Project tiene repartidas por todo el mundo–, pero forma parte indiscutible de la escenografía de la ciudad. Bajando hacia el centro, el complejo de la Universidad sigue desgranando interesantes construcciones. Nos gusta especialmente Tornhuset, una «bisagra entre lo antiguo y lo nuevo», en palabras de sus responsables, Terroir y Kim Utzon, hijo de Jørn Utzon, el arquitecto danés que diseñó la Ópera de Sidney. En la actualidad está cerrado, pero su imagen es presa de instagrammers.
5. Kungsparken, un castillo que no lo parece
No hay ciudad histórica que se precie sin un buen castillo, y Malmö lo tiene, solo que su estilo lo aleja de los cánones arquitectónicos de los castillos medievales de Europa. Esta histórica fortaleza del siglo XVI fue prisión y, en la actualidad, alberga el Museo de la Ciudad, el de Arte y el de Historia Natural. A su lado, Slottsparken (parque del Castillo) ofrece 21 hectáreas verdes perfectas para pasear y reconectar con la naturaleza y alguna que otra sorpresa, como Slottsmollan (el molino del Castillo). Si te quedas con ganas, separado por uno de los canales que atraviesan la ciudad tienes el Kungsparken (parque del Rey), el más antiguo de Malmö, un lugar donde tomar el sol o disfrutar de un picnic a la sombra de sus tres exclusivos habitantes: un roble turco, un árbol del cielo y un castaño centenario.
6. Lilla Torg, una entrañable placita
Pequeña, pintoresca, encantadora… Lilla Torg es la cara B de Stortoget, la hermana pequeña de la gran plaza central de la ciudad. En muchas guías ni siquiera aparece entre las cinco visitas básicas de Malmö, pero nosotros te recomendamos verla incluso antes de la original –parece que se construyó en 1590 para descongestionar las actividades comerciales de la plaza mayor–, porque sus casitas de colores, su gente guapa, su oferta gastro y su vocación artística te va a encantar. Aquí tienes MJ’S, uno de los restaurantes más icónicos de una ciudad con una extraordinaria oferta de restauración, de moda para jornadas afterworks. Y por aquí pasa Sodergatan, la gran calle comercial y peatonal, repleta de todo tipo de negocios, que desemboca en la plaza Gustav Adolf, la más grande de la ciudad.
7. Stortorget, el corazón histórico de la ciudad
Si ya te estabas preguntando dónde está el casco histórico de Malmö y su plaza principal, esa que suele concentrar historia, administración y etnografía en unos pocos metros cuadrados, aquí la tienes. Es Stortorget, un cuadrilátero situado en pleno Gamla Staden y presidido por la estatua ecuestre de Carlos X Gustavo de Suecia, el rey que recuperó la provincia de Escania a los daneses. Pasea sin prisa por esta explanada y revisa su curiosa fuente –que enmarca el emplazamiento de la vieja ciudad– y sus edificios más icónicos, como el hotel Kramer y el imponente Ayuntamiento, construido en el siglo XVI en estilo gótico y rehabilitado con un toque renacentista holandés. Muy cerca, la iglesia más bonita de la ciudad, San Pedro, es una joya gótica báltica cuya torre mide 105 metros.
8. Farmacia Lejonet, el rincón del optimismo
La Farmacia del León es el nombre con el que se conoce a la Apotekt Lejonet. La botica conserva la fachada tradicional de la ciudad y llegó a ser una de las más grandes de Europa –casi tanto como la Farmacia Imperial de Moscú–, y una de las más valiosas. A su derecha encontrarás el Lejonpassagen –un pasaje comercial que conecta Södergatan con Kalendegatan– y, a su izquierda, uno de los rincones más fotografiados de Malmö: una medianera repleta de anuncios de la época, de estética vintage. Justo aquí te toparás con uno de los grupos escultóricos más divertidos –y hay unos cuantos– de la ciudad: Optimistorkestern (la Orquesta del Optimismo), un grupo de cuatro músicos dirigidos por un tambor mayor realizado por Yngve Lundell en 1985.
9. Moderna Museet, en ruta por los centros del saber
Hacia el sur, siguiendo el curso del Rörsjökanalen, podemos trazar una ruta imaginaria que une tres museos y espacios culturales muy diferentes pero imprescindibles para que te hagas una idea de lo que se cuece en el ámbito artístico de la ciudad. El primero es Moderna Museet, un espacio de arte moderno y contemporáneo diseñado por Rafael Moneo y con obras de Picasso, Dalí o Rauschenberg, entre otros. El siguiente es el Disgusting Food Museum (Museo de la Comida Repugnante), un espacio con afán didáctico que indaga en el asco, una de las seis emociones humanas, a través de 80 alimentos tan horribles como un queso infectado de gusanos o la fruta más apestosa del mundo. Para terminar, un regalo cultural y visual: la Biblioteca de la Ciudad de Malmö, un espacio luminoso que combina muros de vidrio con un castillo y que acumula numerosos premios.
10. Möllevångstorget, el barrio más alternativo
El espíritu del movimiento obrero y la estética industrial, dos señas de identidad de Malmö, nacieron en Möllevångstorget, una zona más alejada del centro (y menos turística), entre Pildammsparken y Folkets Park –date una vuelta por restaurante Moriskan–, otros pulmones verdes de la ciudad. Hoy es el epicentro de la cultura alternativa, un animado espacio con mercado de frutas y verduras y conquistado por jóvenes chefs, que experimentan con comida iraní o japonesa. Subiendo por la peatonal Friisgatan dirección centro, a la izquierda tienes varios puntos en los que hacer un alto. Empieza por la sorprendente fachada de la iglesia de San Juan, sigue con una foto junto a los tres gigantescos danzantes de Points of View –una escultura de bronce de más de 10 toneladas– y termina en Triangeln, una pequeña joya de arquitectura contemporánea que es también centro comercial y espacio de relax.
La imagen que abre el texto es Malmö | Marek Lumi. Unsplash
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