En los últimos años, hemos pasado de agresivas campañas para atraer turistas a desear que no vengan. Molesta que sean muchos y que gasten poco, que no se interesen por la cultura del país que visitan y, en muchos casos, que destrocen el patrimonio y la convivencia. Los vuelos low cost y los cruceros baratos tienen mucho que decir a la hora de provocar llegadas masivas de turistas difíciles de manejar. Las consecuencias no siempre son deseables y la gentrificación y el turismo de borrachera es una realidad. Ante esta amenaza –y para cuidar a la gallina de los huevos de oro–, los diferentes países se blindan y aprueban leyes para limitarlo, como es el caso de Ámterdam, que pretende pasar de sus 19 millones de visitantes anuales a 12 y sacarlos de su centro histórico. O el de ciudades como Florencia y muchos enclaves portugueses, que limitan los alojamientos en plataformas Airbnb. Recorremos los enclaves más turísticos de Europa para averiguar si estamos a punto de morir de éxito, ¿nos estamos pasando con las ganas de viajar?
1. Italia, nada de pararse a hacer fotos
La prohibición de comer en la calle está vigente en Roma desde 2012. Después, se sumó Venecia multando con hasta 500 € a los turistas que hagan un picnic en aceras o bancos. Y Florencia, que solo permite comer por la calle si estás caminando y que, por cierto, ha prohibido Airbnb en su centro histórico. La capital de Italia también prohibe los palos selfie en el Coliseo de Roma. En la Costa Amalfitana, además de multar por pasear en bañador o bikini por la calle en ciudades como Sorrento, para cubrirse las espaldas y evitar posibles demandas o problemas con los seguros médicos también prohiben andar en chanclas por los acantilados de Capri. La Spiaggia Rosa de Cerdeña –con un insólito color rosado– multa con 500 € al que la pise, para evitar que los turistas se lleven la arena, y Portofino alarga la prohibición que comenzó en Semana Santa: durante el día y hasta el 15 de octubre, nada de pararse entre los dos puntos más instagrameables de la ciudad, bajo multa de 275 €.
2. Grecia prohibe los tacones de aguja
Si vienes hasta una de los países con una cultura más antigua y extraordinaria del mundo, ¿por qué la destrozas caminando sobre el pavimento con unos zapatos de tacón de aguja? Es lo que debieron pensar las autoridades de Grecia a la hora de prohibir el acceso a sus monumentos históricos –especialmente, en la Acrópolis de Atenas– con este tipo de calzado, una elección que, por otra parte, nos parece que debe ser un tanto incómoda. Con el mismo propósito de conservación, también está prohibido el consumo de chicles, comida y bebida.
3. Ámsterdam se blinda contra el exceso de visitantes
Harta ya del turismo que asocia a Ámsterdam con el Barrio Rojo y los coffe shops, la capital de los Países Bajos ha iniciado su campaña de verano invitando a este tipo de turistas a no venir. Además, limita los paseos por los bares, prohibe fumar cannabis en el Barrio Rojo –las visitas guiadas ya estaban prohibidas– y lo último: ya no habrá más bicicletas de cerveza paseando por sus calles, una advertencia especial al público inglés que viene a celebrar despedidas de soltero (y lo que haya por delante). La cosa no es nueva; hace ya años que Ámsterdam lucha para que no se asocie su imagen a la de amantes de borracheras y juergas nocturnas. Desde 2019 las estancias con Airbnb están prohibidas en tres distritos del centro y, en el resto, solo permite el alquiler a turistas durante 30 días al año. Además, el patrimonio se protege a cal y canto y el palo selfie está prohibido en todos los museos.
4. Dubrovnik: no a las maletas con ruedas
Hace ya tiempo que Dubrovnik, una de las ciudades más turísticas de Croacia, prohibió pasear en bañador y sin camiseta por sus calles. En los últimos años –y gracias a los cruceros low cost y al imparable influjo de Juego de Tronos, que se rodó en muchas localizaciones de este enclave– la ciudad se ha masificado y los precios han subido, lo que ha disparado el número de alojamientos turísticos y el consiguiente ir y venir de trolleys, las maletas con ruedas. Para evitar la contaminación acústica que provoca el constante repiqueteo de las ruedas sobre el pavimento, desde este año los trolleys se prohiben en el centro de la ciudad.
5. Portugal, en guerra contra la música en la playa
Aunque muchas ciudades lusas soportan altas tasas de visitantes casi todos los meses del año, la principal guerra de Portugal contra las consecuencias del turismo de masas se centra en el ruido. Desde este año, la Autoridad Marítima Nacional de Portugal multará con 200 € a los que reproduzcan música a todo volumen en la playa, una sanción que podrá alcanzar los 4.000 € en los casos más graves y hasta de 36.000 €, si se trata de un colectivo. El límite no está del todo claro, pero los altavoces portátiles están prohibidos a un volumen que pueda resultar molesto y como todos –turistas y locales– pueden denunciar, mejor optar por unos auriculares o, simplemente, por escuchar el sonido del mar. Además, también se prohibe Airbnb en el centro histórico de muchas ciudades y la pernocta libre de caravanas y campers.
6. Francia prohíbe los vuelos de corta distancia
La decisión, este mismo año, por parte del gobierno francés de prohibir los vuelos de menos de dos horas siempre que el trayecto pudiera realizarse en otro medio alternativo han abierto la caja de los truenos de las prohibiciones. El país galo ya prohibía los palos selfie en los parques Disney y cuenta con otras limitaciones que debes conocer, a no ser que quieras terminar tus vacaciones con unas multa. Por ejemplo, no se puede hacer fotos a la torre Eiffel de noche; su iluminación nocturna cuenta con derechos de autor y prohibe su difusión. ¡Ojo con subirlo a tus redes! Durante los meses de verano, también está prohibido hacer fotos y selfies –de día y de noche– en Garoupe, una de las playas más icónicas de la Costa Azul, para evitar el efecto llamada. Por su parte, enclaves como el Parque Nacional Calanques (Marsella) y la isla de Brehat (Bretaña), no limitan el número de visitantes, pero sí lo controlan para distribuirlo a lo largo del año.
La imagen que abre el texto es Rome | Frank P AJJ74. Pixabay