Prepara tu smartphone para captar lo mejor de esta isla canaria: vertiginosos acantilados, villas coloniales, senderos únicos, enclaves tranquilos y, por encima de todo, el omnipresente Teide. En pleno invierno peninsular, exploramos una de nuestras islas más turísticas para disfrutar su oferta más genuina, una versión agreste y vital que vive a ritmo lento y que lleva la autenticidad por bandera. Recorremos la costa noroeste tinerfeña en busca de sus enclaves más top, una ruta que, junto al Teide, en el centro, nos lleva a descubrir los 10 selfies más codiciados del norte de Tenerife.
1. Los paisajes lunares de las Minas de San José

Imprescindible comenzar por la joya de la corona tinerfeña –el Parque Nacional del Teide, el más visitado de toda Europa– y armarte de paciencia: soportar las colas y las bajas temperaturas es el precio para disfrutar de unas vistas únicas, con las nubes a tus pies. De nuevo abajo, hay otras experiencias para explorar este Parque. Por ejemplo, ¿qué te parece dormir al raso? En Pico Viejo no está permitida la acampada, pero sí el vivac, con saco. Es una magnífica opción para disfrutar a solas del paisaje, descubrir la flora volcánica de la zona –impactante el tajinaste rojo del Teide– o el paisaje lunar de las Minas de San José: el mismo que sirvió de decorado para algunas entregas de Fast & Furious.
2. Roque Cinchado, el Teide más fotogénico

Unas de las formaciones rocosas más insólitas del Parque Nacional del Teide son los Roques de García, los restos de la antigua cumbre que coronaba al volcán. Destacan diseños naturales como La Catedral y La Cascada, aunque el más fotografiado es el Roque Cinchado, el mismo que apareció durante años en los billetes de 1.000 pesetas. La imagen de esta escultura volcánica ante la imponente silueta del Teide, y la vista de la ladera con los restos rojizos –de hierro– y negruzcos –de magnesio– es uno de los fondos de selfie más codiciados por los viajeros.
3. Icod de los Vinos y su estética colonial

La tradición vinícola de la zona es tal que le ha dado apellido a una de las localidades más turísticas del norte tinerfeño. Estamos en Icod de los Vinos, recorriendo un casco histórico de estética colonial muy bien conservado –está declarado Bien de Interés Cultural–, donde destacan el Ayuntamiento y la Iglesia de San Agustín y, más adelante, la Casa de los Cáceres y el convento del Espíritu Santo, en la Plaza de la Constitución –Plaza de la Pila, para los amigos–, con el sonido hipnótico del agua de fondo.
4. La historia del drago milenario, el dragón vegetal

Pero si hay algo mundialmente famoso en esta localidad es su drago milenario, una reliquia botánica declarada Monumento Nacional desde 1917, cuyo tronco mide 20 metros de perímetro. No se sabe su edad exacta, pero sí que este inmenso árbol –pesa más de 140 toneladas y mide unos 18 metros de altura– convivió con los guanches, primeros habitantes de la isla, y que es el más longevo y grande del mundo. Una historia que sobrecoge y que engancha con la leyenda de estas herbáceas leñosas –no son árboles propiamente dichos–, según la cual, los dragones, al morir, se convierten en dragos.
5. Antiguo Convento de San Francisco de Garachico, la esencia tinerfeña

Seguimos la carretera que bordea la costa hasta Garachico, a unos 8 km. Para abrir boca, date una vuelta por La Quinta Roja, un típico palacete barroco canario –convertido en hotel rural– ubicado en la que fuera residencia de los marqueses de la Quinta Roja. Pasear por su patio interior y comprar mermelada de higo chumbo en su tienda gourmet es un lujo que te debes conceder. Es el mismo ADN tinerfeño que rebosa en cada rincón del antiguo Convento de San Francisco, exclaustrado desde el siglo XIX y convertido en casa de cultura, con un precioso patio interior y exposiciones de la localidad.
6. La Plaza de la Libertad, el epicentro de Garachico

La hora del aperitivo o la de la sobremesa son los mejores momentos para descubrir el patrimonio de la localidad. La zona más vibrante es la Plaza de la Libertad (o Plaza de Arriba), un espacio que reúne el Ayuntamiento, el antiguo Convento de San Francisco, la Casa de los Condes de la Gomera, la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles –actual Museo de Historia y Ciencias Naturales– y la iglesia de Santa Ana, con su característica torre blanca. La escultura de Simón Bolívar –el libertador venezolano cuyos antepasados eran de Garachico– supervisa las terrazas y los visitantes, que se agrupan en torno al quiosco de música de madera, de principios del siglo XX.
7. El Castillo de San Miguel y el codiciado puerto

En la misma línea de costa, dos fotos imperdibles para subir a tus redes: el Castillo de San Miguel y las piscinas naturales de El Caletón, formadas cuando la erupción volcánica de 1706 sepultó el puerto. El primero –una sobria construcción del siglo XVI– es la prueba tangible de la extraordinaria importancia comercial que llegó a acumular Garachico, lo que le llevó a levantar esta fortaleza defensiva para proteger sus intereses. Por su parte, las piscinas y charcos de El Caletón, con escalerillas y socorristas, son un espacio de lujo para darse un baño en pleno Atlántico.
8. Monumento al Indiano desde la ‘octava isla’

Saliendo de la localidad, encontrarás una escultura que te llamará la atención. Es el monumento al Emigrante Canario, una obra del escultor y poeta Fernando García Ramos que rinde homenaje a la emigración canaria, principalmente a Cuba y Venezuela, país, este último al que se conoce como la octava isla canaria, por la recepción masiva de emigrantes de esta Comunidad. El diseño, de dos metros de altura, se encuentra en el Risco Partido, en la carretera que lleva de Icod de los Vinos a Buenavista, y es un magnífico mirador desde el que observar el litoral.
9. Los Silos, el tranquilo placer de un remanso de paz

Aprovecha que estás en una de las zonas tinerfeñas menos turísticas para darte un baño de serenidad y disfrutar unos días slow. Los Silos es la tranquilidad hecha villa, un espacio pequeño, dibujado con casitas de colores y enclavado entre la montaña de Aregume y el mar, donde puedes afrontar rutas senderistas o hacerte un selfie con el esqueleto de una ballena. En el núcleo urbano, la Plaza de la Luz acoge varios puntos de interés, como la Casona de los Trujillos o la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz.
10. Punta de Teno, el ‘finisterre’ tinerfeño

En el extremo más occidental del norte tinerfeño te espera otro paisaje de foto. Es Punta de Teno, un paisaje recóndito y de difícil acceso, con muy pocos turistas –encontrarás algunos bañándose en las playas de roca– y mucha belleza por metro cuadrado. En su extremo encontrarás el faro de Punta de Teno, uno de los siete con que cuenta la isla. Las típicas franjas rojas y blancas de la torre sobre los vertiginosos acantilados –no te pierdas el de los Gigantes– son seña de identidad del Parque Rural de Teno, uno de los parajes más desconocidos y aislados de Tenerife. Y uno de los más hermosos.
La imagen que abre el texto es Punta de Teno | EVG