Subir a lo alto de una colina o al último piso de un rascacielos y contemplar un paisaje en toda su magnitud es una experiencia diferente. Te proponemos 6 enclaves únicos que regalan escenarios a vista de pájaro y unas panorámicas espectaculares. Para que veas.
(La foto que abre el texto es Top of the Rock, en Nueva York de Lisha Riabinina para Unsplash)
1.Tailandia y la relajante imagen de un paraíso tropical

El mar del golfo de Tailandia y el clima monzónico han ejercido de escultores naturales a la hora de cincelar los contornos calizos de estas islas. Son 42 las que forman el Parque Nacional Marino de Mu Ko Ang Thong, un archipiélago tailandés situado junto a uno de los puntos turísticos del país: la isla de Samui. De aquí parten frecuentes excursiones que llegan a Wua Talap y recorren las cavernas marinas de los islotes, llenos de estalactitas
y caprichosas formas. Para ver la magnitud de estos 100 m2 de tesoro natural –de los que apenas 18 m2 son tierra firme–, pásate antes por la sede del Parque. Desde aquí puedes acceder al punto más alto de la isla a través de una empinada pista forestal, con cuerdas en los tramos más difíciles, y disfrutar del espectáculo.
2. Argentina, la Patagonia y el fin del mundo

Estar a sólo 400 m de una pared de hielo de 5 km de largo por 60 metros de alto es una imagen que impresiona. Pero, si además tienes la suerte de que se desprenda un fragmento de esta inmensa mole –un acontecimiento que se produce cada 3 años–, su estruendo, similar al de un trueno, quedará en tu memoria sonora. Éste es el espectáculo que puedes divisar desde los miradores del Perito Moreno, situados a 78 km de El Calafate, en suelo argentino. El glaciar, que avanza unos 2 m diarios, forma parte del Parque Nacional de los Glaciares: 250 km2 una de las reservas mundiales de agua potable y Patrimonio de la Humanidad.
3. Tokyo, la gran metrópoli

Más de 230 m de altura, 54 pisos… Éstas son algunas cifras de la Torre Mori, el buque insignia de Roppongi Hills, una microciudad ideada por Minoru Mori. Lo último para locales y turistas es subir al piso 52, disfrutar las vistas de 360º desde su Tokyo City View (de 10 a 20 h) y, de paso, ver una exposición en el Mori Art Museum o en la Mori Arts Center Gallery y tomar un cóctel en el Mado Loungue, con toda la ciudad a tus pies. Si quieres una dosis extra de adrenalina, sube al Sky Deck, el techo al aire libre instalado en la azotea del rascacielos, a 270 metros.
4. Estambul, café turco y sabor europeo

No encontrarás esta propuesta en muchos de los circuitos guiados por Estambul, pero las vistas desde la terraza del Pierre Loti, con todo el Cuerno de Oro bajo tus pies, son absolutamente recomendables. Si quieres llegar por tu cuenta, acércate a la mezquita de Eyüp y sube por la colina en un paseo de unos 20 min que bordea el cementerio. Ya en lo alto, siéntate en una de las mesas de la terraza y saborea un auténtico café turco o un té de manzana mientras observas el incesante trasiego de barcos. La historia del nombre del local también te gustará. Pierre Loti era el seudónimo de un escritor y oficial de la Marina francesa –Julian Viaud– que fue enviado a Estambul para instruir a los marineros turcos. El choque de culturas le impactó y esa fascinación le llevó a subir cada tarde a esta colina para deleitarse con sus vistas y a plasmar en una de sus obras su amor por Aziyadè, una joven que pertenecía a un harén. El café abre todos los días, de 8 h a medianoche, y no acepta tarjetas de crédito.
5. Canadá, entre dos aguas

Los 56 km del río Niágara crean las cataratas del mismo nombre al pasar del lago Eire al Ontario. Esta caída de agua, que se divide entre el lado americano y el canadiense, separa –y une– ambos países y es uno de los lugares más visitados del mundo. En el lado canadiense de las Cataratas del Niágara hay tours en helicóptero y barco, parejas en luna de miel y turistas ávidos por ver un escenario 100% cinematográfico, donde rodaron Marilyn Monroe y Superman.
6. Un paisaje muy fotogénico en Nueva York

No es el más alto de la Gran Manzana –ocupa el puesto 9º–, pero el GE Building, uno de los 19 edificios que componen el Rockefeller Center, es una visita básica. Te gustará por fuera –con su elegante diseño art decó– y por dentro, ya que aquí se encuentra Top of the Rock, un mirador desde el que obtendrás una vista de 360º de la ciudad. Antes de entrar (34 €) puedes fotografiarte como si fueras un obrero desayunando en lo alto de una viga, emulando la famosa foto de Charles C. Ebbets. La subida en el ascensor simula una nave espacial, con proyecciones que cuentan la historia del edificio. Ya en lo alto, en el piso 70, verás el corazón de Manhattan, la mancha verde de Central Park y la silueta del Empire State.