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Formentera, la isla ‘slow’ en sesión privada

Doblemente aislada –para acceder a ella hay que llegar antes a otra isla, Ibiza–, la más pequeña de las Baleares despide la primavera con un magnetismo particular. Es un buen momento para descubrir que su belleza (también) está en el interior. Y en todas partes: Formentera es bella por naturaleza y si eres de los que piensas que después de tener que coger un avión, un autobús y un ferry para venir, cualquier sitio te resultaría bonito, no tienes más que asomarte a sus aguas increíblemente azules, sus faros, su esencia rural, su patrimonio… Esta isla es un paraíso en sí misma, y ahora, cuando la masa veraniega de turistas aún no ha llegado, resulta difícil encontrar un rincón libre de magia. Y salvaje. Recorremos sin prisa sus puntos más icónicos.

1. Todo empieza en La Savina

Estany d’Es Peix desde La Savina | EVG
Estany d’Es Peix desde La Savina | EVG

Notarás el halo de belleza en estado puro que impregna la isla nada más atracar en el puerto de La Savina, al norte. Este antiguo pueblo de pescadores –entrada natural a Formentera– ha ido cediendo espacio a los yates de lujo, ferries y catamaranes. Estás en el mejor lugar para organizarte y trazar un plan para los próximos días pero, antes de explorar el resto de la isla, recorre esta localidad, con un emplazamiento único, entre el Estany d’Es Peix –una pequeña laguna con salida al mar y algunas playas– y el Estany Pudent, un lago artificial que hoy es salino –el baño está prohibido– y que en la Guerra Civil se usó como hidropuerto.

2. Es Pujols, el ‘territorio posidonia’

Es Pujols | EVG
Es Pujols | EVG

¿Ya conoces el efecto posidonia? Esta planta –ojo, no es un alga– es extremadamente sensible a la contaminación y libera una gran cantidad de oxígeno, es decir: su abundancia garantiza una pureza de casi el 100% en el agua. De momento, disfruta del curioso juego de claroscuros que la posidonia dibuja sobre las aguas turquesa, uno de los mayores espectáculos slow de la isla, tanto a bordo de un catamarán como paseando por la costa norte. En Es Pujols, la zona más turística, Chezz Gerdi –con espacio chillout, jam sesions y pizzas artesanales– invita a saborear un licor de hierbas mientras observas los colores de la posidonia.

3. Ses Platgetes, la vida de los pescadores

Es Caló | EVG
Ses Platgetes | EVG

En este punto puedes adentrarte en una ruta muy accesible que une Es Carnatge con Es Arenals, una de las playas de Migjorn y una de las dos de la isla adaptadas a personas con movilidad reducida. Pero te recomendamos que sigas por la línea de costa y te des un chapuzón en Ses Platgetes, dos playas llenas de calitas con el agua más transparente que hayas visto jamás, en las que se practica nudismo. Aprovecha para recorrer la zona, llena de embarcaderos típicos, unas rudimentarias pasarelas de madera que siguen en uso.

4. Restaurante El Mirador, entre dos aguas

Ses Platgetes desde El Mirador | EVG
Ses Platgetes desde El Mirador | EVG

Subiendo hacia Es Caló, por la misma PM- 820, pon a punto tu cámara de fotos y busca El Mirador. Se trata de un restaurante ubicado en plena carretera, sin nada a su alrededor, pero que cuenta con una panorámica de lujo. Si dejas a tu espalda el final de la isla, donde se sitúa el Faro de La Mola, tendrás una vista de lujo sobre esta lengua de tierra de unos 2 km en la que puedes ver ambas costas: las playas de Es Caló, Tramuntana y Carratge, a tu derecha, y Caló d’Es Mort, Los Arenales, Es Codol Foradat y Migjorn, en la costa opuesta, a tu izquierda.

5. Una clase de historia en el Molí Vell de La Mola

Molí Vell de La Mola | EVG
Molí Vell de La Mola | EVG

Antes del boom del turismo Formentera vivía de la pesca y la agricultura. El frumento (trigo, en latín) –de aquí podría derivar el nombre de Formentera– fue el primer cereal en cultivarse. Los molinos se multiplicaron y llegó a haber siete repartidos por la isla –de los que quedan seis–, todos con el techo movible para captar el movimiento de las aspas. Cerca de El Pilar de La Mola encontrarás el Molí Vell, toda una institución y el único de las islas Pitiusas –Ibiza y Formentera– en funcionamiento. Este molino de viento se construyó en 1778 y puede visitarse en los meses de verano.

6. El Faro de la Mola, el refugio de Julio Verne

Faro de La Mola | EVG

Desde La Savina, tomamos la carretera PM-820 hasta El Pilar de La Mola, a 16 km. Es el punto más elevado de Formentera, el más oriental y, también, el menos turístico. Sin embargo, los cazadores de selfies tienen aquí una visita obligada para inmortalizarse ante su faro, el más antiguo de la isla, situado en el filo de un acantilado de 200 m sobre el mar.

Vistas desde el Faro de La Mola | EVG

Hazte una foto también con el monolito que recuerda a Julio Verne y conmemora la vinculación del escritor con la isla y el Far de la Mola en su novela Héctor Servadac, viajes y aventuras a través del mundo solar. El espectáculo nocturno es impresionante, con doce potentes haces de luz que giran entre el mar y la tierra, pero si quieres un recuerdo especial, madruga: ver amanecer desde este escenario, al que Verne definió como el fin del mundo, es mágico.

7. Es Códol Foradat, conexión interior

Playa Es Codol Foradat | EVG

En Migjorn, Es Codol Foradat es una playa pequeña y poco masificada que combina roca y arena y en la que puedes practicar nudismo. Además, es un punto muy recomendable para asomarte al entorno rural de la isla. Los pinares y viñedos, y los campos de sabinas, almendros e higueras que verás a continuación, te sumergirán en una Formentera diferente y muy pegada a la tierra.

Na Blanqueta de Can Mestre | EVG

Estás en una zona muy poco turística y sin los cientos de autocares de italianos que abarrotan la isla en verano; es decir: tienes ante ti un auténtico lujo 100% natural y con una temperatura que no baja de los 15ºC. Date un paseo por el interior y déjate sorprender por rarezas como las inmensas higueras que los payeses ayudan a crecer a lo ancho, con la copa pegada al suelo. Algunas incluso con nombre: Na Blanqueta de Can Mestre –catalogada como árbol singular–, cuyos puntales se han acondicionado varias veces, tiene más de cien años y una copa que alcanza los 350 m2.

8. Cap de Barbaria, comienza el espectáculo

Llegada al Faro del Cabo de Barbaria | EVG

Si has terminado pronto de cenar, prepárate porque el gran acontecimiento de cada día está a punto de comenzar. Como ya te habrás imaginado, se trata de la puesta de sol, un espectáculo maravilloso y gratuito, algo que se agradece, y mucho: estar aislado también se paga y los precios en Formentera son más elevados que en otros enclaves, sobre todo en la zona norte, donde es difícil que un café con leche baje de los 5 euros y, una cerveza, de los 8 euros.

Faro del Cabo de Barbaria | EVG

Pero ahora estás en Es Cap de Barbaria, haciéndote un selfie con el mítico faro del Lucía y el sexo, la cinta de Julio Médem. Éste es uno de los escenarios fetiche de la isla para contemplar la puesta de sol, un espacio desértico, donde las sargantanas campan a sus anchas. El otro, Cala Saona, es una discreta playa encajonada entre dos acantilados que regala uno de los atardeceres más hermosos de todo el Mediterráneo. ¿Un consejo? Acude con tiempo y coge sitio, si no quieres que la abundancia de gente le reste magia y relax a este momento.

9. Sant Francesc, una tranquila capital

Iglesia de Sant Francesc Xavier | EVG

El derroche de naturaleza que ofrece la isla no significa que le falte un buen patrimonio, que existe y está concentrado casi en exclusiva en Sant Francesc, la capital. Frente al Ayuntamiento se levanta la iglesia de Sant Francesc Xavier, construida en 1738. Te llamará la atención la estructura del templo –el más grande de la isla– y su puerta, reforzada con láminas de hierro para aumentar su resistencia. Este dato, junto con el grosor de sus muros, tiene una explicación: la iglesia se usó como refugio y fortificación y, hasta 1830, albergó varios cañones con los que la población se defendía de los corsarios, que habían tomado Formentera como centro de operaciones y espantado a los payeses.

Capilla de Sa Tanca Vella | EVG

Hasta la construcción de esta iglesia, los fieles se reunían en Sa Tanca Vella, una pequeña capilla con bóveda de cañón mandada construir por el obispo de Tarragona en 1336, al final de la calle Eivissa. Entra también en el Museo de Etnografía de Formentera, gratuito, con una interesante muestra de la vida de payeses y marineros, mobiliario, ropa, utensilios…

10. Ses Illetes, relajante por naturaleza

Es Molí de la Sal en la Ruta de La Savina | EVG

La oferta para disfrutar de Formentera es extensa y muy variada. La isla cuenta con 32 rutas verdes que exploran casi por completo sus 83 km2 de extensión. El entramado suma más de 100 km que puedes recorrer a pie, en marcha nórdica o en bicicleta, muchos de ellos fáciles de realizar, como la ruta que bordea el Estany Pudent y pasa por Sant Francesc y Es Pujols, de 5,6 km.

Travesía por Ses Illetes | EVG

O la que une La Savina y Ses Illetes, visita Es Molí de Sal –convertido en restaurante– y sigue hasta la playa de Ses Illetes. Si te animas, continúa caminando por Es Trucadors, la famosa lengua de arena que conecta el este y oeste de la isla y termina en la isla de Espalmador, en el parque Natural de Ses Salines. O súbete a un catamarán y siente la libertad de navegar descubriendo la costa.

La imagen que abre el texto es Ses Illetes | EVG

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