Cerveza Múnich

Guía pata disfrutar Múnich antes del Oktoberfest

El aire desenfadado y un tanto canalla no le pega con su nombre –Múnich deriva de Munichen, el lugar de los monjes, en alemán antiguo– pero éste contrapunto es justamente la primera seña de identidad (con permiso de la cerveza, claro) de la tercera ciudad más importante de Alemania, después de Berlín y Hamburgo.

A un mes de que empiece el mayor festival del mundo para los cerveceros, el Oktoberfest, te contamos las claves para convertirte en un auténtico muniqués y descubrir esta ciudad de corazón europeo y espíritu latino.

1. La vida en la calle

Tras las lluvias invernales típicas de una región pegada a los Alpes, el verano de Múnich es una fiesta constante donde la gente sale en tropel. Verás familias paseando por la Karlsplatz, junto a una de las tres puertas de acceso a la ciudad. Los amigos del shopping tienen su lugar favorito a lo largo de la Neuhauserstrasse, mientras se paran ante los músicos callejeros. Una imagen más relajada es la de las parejas tumbadas en la hierba del Marienhof, el parque que los muniqueses decidieron mantener como tal.

2. De la ‘Weisswurst’ a los ‘chips’ vegetales

Los foodies y amantes del buen comer tienen en Múnich un completo escaparate donde tomar el pulso de la ciudad. El ombligo gastro se llama Viktualienmarkt y es un universo de aromas y sabores. Dicho de otra forma: si no lo encuentras aquí es probable que no exista. En sus 22.000 m2 caben cocos de Brasil, rambutanes de Tailandia y tamarillos de Kenia sin olvidar, los pesos pesados de la gastronomía bávara: Pretzel –panecillos con forma de lazo–, ensalada de patatas y todo tipo de salchichas –la más típica, la Weisswurst– y quesos. Además, muchos de los 140 puestos ofrecen las últimas tendencias gourmet, con alimentos bio, especialidades veganas –helados incluidos– y chips de vegetales y de frutas, como los de manzana dulce. Si el tiempo acompaña, coge sitio en el Biergarten y disfruta del ambiente mientras maridas tu cerveza con marisco, otro plato cada vez más de moda.

3. Un mundo de contrastes

Lo primero que enamora en Múnich es la naturalidad con que mezcla lo tecnológico y lo ancestral, la misma que te permite ver a un muniqués ataviado con el Trachten –traje tradicional bávaro– hablando con el último modelo de smartphone. Junto a este espíritu cosmopolita, otros factores marcan su historia –Múnich tuvo que ser reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial, fue sede del nacionalsocialismo de Hitler…– pero el carácter latino y vital puede con todo. Aquí se habla alto, se trasnocha y se disfruta, el talante industrial se mezcla con el artístico y crea un ritmo único.

4. Una buena ración de arte

La ciudad natal del BMW dedica sus dos mayores museos al ámbito industrial, pero el catálogo es extenso y hay numerosos espacios centrados en las artes. Uno de los más interesantes es el Kunsthalle –ahora, con una retrospectiva de JR, un artista callejero y fotógrafo francés– que, cada miércoles, propone sesiones afterwork con dj’s y arte. Los músicos callejeros te esperan en Marienhof antes de enfilar la Maxburgstrasse y llegar al Künstlerhaus, con jazz, burlesque, teatro… Además, no te pierdas el Nationaltheater y su programa de ópera y ballet.

5. Un patrimonio de lujo

Lo verás en todos los souvenirs y te costará encontrar el punto exacto de la plaza que une la silueta del Nuevo Ayuntamiento, las dos torres de la Catedral y la Mariensäule, la estatua de oro puro de la virgen María que, desde 1638, conmemora el fin de la ocupación sueca. Es el selfie perfecto pero, mientras esperas la actuación del carrillón –a las 11, 12 y 17 h, con figuras de tamaño natural–, aprovecha para ver el edificio por dentro y acércate también al Viejo Ayuntamiento, una construcción del siglo XV que hoy alberga el Museo del Juguete. Odeonsplatz, con su Feldherrnhalle, y la Residencia, del siglo XIV, ponen el contrapunto al catálogo arquitectónico.

6. La catedral de la cerveza

La cerveza en Múnich es mucho más que una refrescante bebida social, es toda una institución, una marca de la casa metida en su ADN desde hace siglos. En concreto, desde 1516, cuando bajo el reinado de Alberto IV se publicó la Ley de Pureza de la Cerveza, que marcó el futuro de la ciudad. Lo verás cuando visites Hofbräuhaus, la cervecería más famosa de Múnich, cuyo origen se remonta a 1589. Del 17 de septiembre al 3 de octubre también puedes pedir ein Bier (una cerveza) en la Oktoberfest, la gran fiesta de la cerveza y el mayor imán turístico de la ciudad, que se celebra en Theresienwiese.

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