¿Sabías que en la tumba de Tutankhamon se encontraron ánforas de vino con DO –datos sobre su calidad, procedencia…– para que le acompañara en su viaje al más allá? ¿Y que los romanos lo daban todo a la hora de celebrar sus bacanales, las fiestas en honor a Baco, su dios del vino y la vegetación? La historia del vino corre paralela a la propia historia de la humanidad y forman un tándem único, porque tanto elaborar un buen vino como crear una obra de arte son dos formas de celebrar la vida, dos modos de expresar la calidad y el genio creativo que requieren esfuerzo, tiempo y pasión.


Arte y vino maridan a la perfección. Lo vemos en muchas joyas del Museo del Prado –como El triunfo de Baco, de Diego Velázquez, y La merienda, de Francisco de Goya– pero también en obras contemporáneas, en las que el artista cambia radicalmente su relación con la iconografía del vino y se centra en el diseño de botellas, carteles y etiquetas. En este último apartado han curioseado muchos de los grandes artistas, desde Pablo Picasso hasta Miquel Barceló y Antoni Tàpies.

Una ruta vinícola por el Museo Reina Sofía te permite descubrir esta intensa relación tanto en los carteles de bodegas firmados por Sonia Delaunay como en el vino expresado en clave cubista –con Pettorutti y Juan Gris– o costumbrista, de José Solana. Incluso el surrealismo de Salvador Dalí, un apasionado del vino que lo plasmó en El enigma sin fin y El gran masturbador, sucumbió al magnetismo del vino del que dijo que requería «un loco para hacer crecer la vid, un hombre sabio para velar por ella, un poeta lúcido para hacerlo y un amante para beberlo».

Esta forma de transformar y saborear una cultura 100% natural es la que encontramos en Bodegas Tamaral, un espacio situado en Peñafiel, en plena milla de oro de la Ribera del Duero, cuyo nombre proviene de los fresnos que crecen junto al río Órbigo, en Zamora, donde nació este sueño. Hoy, 25 años después, Bodegas Tamaral es uno de los referentes de esta DO y cuenta con un catálogo de vinos premium cuya calidad y exclusividad ha sido ampliamente premiada. Las cepas maduras y las uvas 100% tempranillo son marca de la casa de esta bodega, que apuesta por el trabajo minucioso y por un futuro cercano con todos sus caldos ecológicos. Y por seguir creando un arte, el del vino, que se disfruta con los cinco sentidos porque, parafraseando de nuevo a Dalí, «quien sabe degustar no bebe jamás el vino, sino que degusta secretos».
- El Museo Reina Sofía no tiene establecida una ruta vinícola como tal, pero puedes solicitarla a la hora de reservar tus entradas.