De los ocho millones de habitantes de Azerbaiyán, tres viven en Bakú, la flamante capital de esta antigua república soviética que se apoya en la costa del mar Caspio. Como en el resto del país, aquí verás huellas de las tres culturas –persa, turca y rusa– que la invadieron y la convirtieron en un botín estratégico hasta que, años más tarde, se descubrió que lo realmente codiciado era su privilegiada ubicación geográfica: sobre una gran bolsa de petróleo y gas.
Aquí la gasolina es más barata que el agua, los semáforos encienden sus luces a lo largo del mástil y los coches de súper lujo circulan por las calles más caras y las tiendas más exclusivas del mundo. Los vientos permanentes que azotan Bakú –el khazri frío, frente al cálido gilavar–, su ecléctica gastronomía y su arquitectura completan el carácter de una ciudad amante de la buena vida a la que muchos llaman la Dubái del Caspio. Aquí hay tanto y tan bueno que ver que hemos dividido la ruta en dos partes, vanguardia y clásica, aunque ambas se mezclan entre sí.
1. Heydar Aliyev Center, el buque insignia de la modernidad


El gran orgullo de la ciudad es el Heydar Aliyev Center, toda una locura diseñada por la angloiraquí Zaza Hadid, la gran dama de la arquitectura. Se trata de un edificio futurista de un blanco inmaculado y líneas ondulantes que acoge una sala con maquetas de la ciudad, un auditorio y un museo etimológico. En este último, no te pierdas un recorrido por los trajes típicos y joyas de las diferentes regiones de Azerbaiyán. En cuanto a la música, conocerás el azerí saz, una especie de bandurria con la que se toca el mugan, el ritmo azerí que ya es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
2. ¿Art Nouveau en una antigua república soviética?


La historia de amor entre Azerbaiyán y el petróleo nació a fines del siglo XIX, con oleadas de inversores –como los todopoderosos Nobel y Rothschild– dispuestos a participar en el pastel. A principios del siglo XX, Bakú suministraba la mitad del petróleo mundial, incluso la Batalla de Stalingrado se libró para controlar su crudo. Los nuevos ricos copiaron la estética europea del momento –art nouveau– para diseñar sus mansiones y crearon bellísimos edificios, como la Mansión Kerbalayi Israfil Hajiyev o Musa Naghiyev Casas, ambas de Ploszko. Pero el delirio arquitectónico se truncó en 1920, con la invasión bolchevique.
3. Los taxis berenjena de una gran ciudad


Aunque la URSS destrozó gran parte del patrimonio azerí, el urbanismo occidental y la locura europea perviven en la capital y muchas avenidas te recordarán a las de París o Viena. En la calle Nizami –una de las más caras del mundo–, encontrarás concesionarios de Ferrari y Aston Martin y sucursales de todas las grandes marcas de moda y decoración –Chanel, Christian Dior, Gucci…–, incluso un pequeño Ikea. Sobre su calzada, otro signo de europeización: el millar de taxis londinenses que, desde 2011, circulan por las calles de Bakú con su extraño color berenjena en vez del característico negro.
4. El camino del soviet al islam


Todo en Bakú conserva toques de las tres culturas que la colonizaron: persa, turca y rusa. De esta última, además de unos cuantos ladas desperdigados por la ciudad, ha heredado la estética, con mercadillos repletos de gorros soviéticos, insignias militares y hasta tapices con el rostro de Stalin. En el ámbito religioso, la mayoría de la población es musulmana chií –con un escaso porcentaje musulmán sunita– y los fieles inundan las mezquitas, aunque te costará reconocerlos: las mujeres visten al estilo occidental, y el país se declara laico y prohíbe el hiyab en las escuelas.
5. La cultura de los antiguos ‘caravanserai’


Si quieres probar la auténtica comida azerí sólo tienes que elegir alguno de los antiguos caravanserai convertidos en restaurante. Prueba en Shirvanshah, un clásico, con un bonito patio interior y una oferta que incluye exquisiteces del país, como dolma (rollitos de arroz, cordero y piñones envueltos en hojas de parra), lavash (pan especial semillas) y aceitunas rojas y negras, éstas últimas, bañadas en almíbar de miel y exquisitas. Más adelante, en la frontera entre Kubinka y Cobetckar, el Teatro Académico Dramático Estatal es una rara avis de la cultura azerí, el más antiguo e importante teatro del país.
6. Una apuesta por las nuevas generaciones


Azerbaiyán alcanzó su independencia en 1991, tras la disolución de la URSS, pero la influencia soviética es evidente en la estética de muchos edificios, sobre todo estatales, con una grandilocuencia soviética que tiene más de monumental que de artística. Es el caso de la Biblioteca Nacional de Azerbaiyán y del Teatro Nacional de Jóvenes Espectadores, dos edificios situados en la concurrida Nizami, justo antes del parque Sahil Bagi, y coetáneos. El primero –Inaugurado en 1923– incluye una sorprendente oferta en formato electrónico y, el segundo –de 1928–, es un referente de clásicos nacionales y extranjeros.
7. Ministerios, skaters y patitos


La monumentalidad de la antigua URSS pierde fuelle según avanzas a la línea costera. Incluso la Casa de Gobierno –el antiguo palacio de la plaza de Azadliq (libertad), situado frente al monumento a Lenin– es hoy un centro ministerial y un entorno frecuentado por skaters. Cerca, dentro del JW Marriott Absheron Bakú Hotel, Zest Lifestyle Cafe es un loungue con estilo –hay una piscina de patitos de goma en la entrada– donde picar algo y tomar un cóctel. Aquí también encontrarás mucha bohemia y locales de jazz, una música considerada capitalista y repudiada por los dirigentes soviéticos, y homenajeada en sitios como Vagif Mustafazadeh’s House Museum, la casa del gran músico azerí de jazz.
8. Diversión junto al mar Caspio


La Avenida Neftchilar, la arteria que bordea la costa, es un espacio bullicioso, lleno de familias y grupos de chicas que caminan del brazo. Aquí se concentran muchos de los hoteles de 5* de la ciudad y gran parte de la vida nocturna, muy animada, permisiva –con un alto número de fumadores– y segura. Abundan los loungue como Pasifico, donde puedes picar algo, ver gente guapa y disfrutar una sesión de dj’s con los mejores, como David Guetta o Tiësto. O como 360º Bar, un sunset bar circular situado en el piso 24 del Hotel Hilton que gira lentamente y regala unas vistas únicas sobre la bahía de Bakú.
La imagen que abre el texto es Heydar Aliyev Center | EVG